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Entrevista:

García Damborenea: "La actitud ante el 14-D fue francamente reaccionaria"

El político vasco asegura que el PSOE valora mucho la sumisión

Durante los últimos 10 años, el nombre de Ricardo García Damborenea (Madrid, 1940) ha sido asimilado automáticamente al liderazgo de los socialistas de Vizcaya, donde su posición política llegó a ser considerada inexpugnable. Secretario general del PSOE en la provincia desde 1978, cuando abandonó su profesión de médico nefrólogo y su puesto de director de una residencia sanitaria, sólo dos años después de haber tomado el carné. Quiso imprimir a la organización una impronta de clase y defendió la necesidad prioritaria de "atar muy en corto" al Partido Nacionalista Vasco. En las últimas semanas, una parte de sus colaboradores le ha dado la espalda y le ha colocado en minoría entre las bases en su antiguo feudo.

Pregunta. ¿Ha medido mal sus fuerzas en el partido?Respuesta. No, creo que no. No es un problema de correlación de fuerzas. Las cosas se explican mejor en otros términos. Surge un nuevo alineamiento de los militantes en Vizcaya sin que hayan ocurrido cosas en la provincia que lo justifiquen.

P. ¿Preveía una situación así?

R. Hace mucho tiempo, desde que Nicolás Redondo y Antón Saracíbar abandonaron el Congreso de los Diputados a causa de la ley de Pensiones, dije que asistíamos al nacimiento de una nueva contradicción en el seno del socialismo español, más fuerte que ninguna otra y que provocaría un realineamiento de los militantes. No puedo ser yo el que se asombre.

P. Pero el realineamiento en Vizcaya parece que ha ido en una sola dirección.

R. Yo no diría eso. No hay un cambio en las posiciones políticas. Lo que quieren algunos dirigentes es no verse implicados ante Ferraz o la dirección del PSOE en las actividades de una persona que en este momento puede resultar perjudicial para sus intereses. Sienten que su futuro político o sus puestos en la Administración pueden verse amenazados por el hecho de darme respaldo.

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P. ¿Por qué motivo su persona representa una amenaza?

R. Hay una frase circulando por ahí, "quien se mueve no sale en la foto", ¿no?

P. O sea, ¿que en su partido nunca se debe plantear a Felipe González o a Alfonso Guerra lo que ellos puedan interpretar como un pulso?

R. Sí se les puede plantear, y de hecho se les está planteando.

P. Pero el que lo hace paga las consecuencias.

R. Bueno, todo en esta vida cuesta un precio.

P. ¿No ha pecado de soberbia intentando desde Vizcaya un combate tan desigual?

R. Primero, yo no hago nada desde el ámbito de Vizcaya, sino en el PSOE, donde no habitamos en cubículos como en un panal. Es en el PSOE donde expreso críticas y discrepancias constructivas. Tampoco lo hago en solitario, hay mucha gente que piensa igual, reflejando una necesidad objetiva. Conforme se va produciendo el deslizamiento hacia el centroderecha se genera un vacío a nuestra izquierda. Aún no lo ocupa nadie, pero en política, como en el mar, los vacíos duran muy poco tiempo.

'Crucifícale'

P. Y en la base del partido, ¿cómo se ha convertido en distancia la adhesión mayoritaria?R. Es normal. Los sentimientos colectivos son pendulares y necesitan intervalos muy breves para pasar del hosanna al hijo de David al crucifícale. No necesita explicaciones sociológicas profundas.

P. Alguna razón debe haber para que suceda ahora.

R. Era una intención latente. Alguien ha considerado que en este momento se producían las circunstancias adecuadas, porque la aparición del manifiesto de los 15 precipitaba los acontecimientos. O yo acepto comportarme como un responsable provincial normal o tenemos que reconsiderar las cosa.

P. ¿Dirigente normal significa sumiso o discreto al expresar sus críticas?

R. Lo de la sumisión está muy bien visto. El partido se está volviendo cada día más átono, más inerte e incapaz como instrumento político. Las distintas instancias se van. convirtiendo en sucursales que funcionan a golpe de teléfono, sin debate ni participación. Es un modelo que sólo sirve para los momentos de gloria. En cuanto suframos la menor adversidad quedará desarbolado.

P. ¿Se siente traicionado?

R. No, no es el sentimiento principal. Lamento la perversión de valores y que responsables obligados a contemplar las cosas con altura de miras inviertan las prioridades y consideren más importante dar satisfacción a los dirigentes de Ferraz que a los electores. Me duele que ocurra bajo mi responsabilidad, porque, cuando los alumnos suspenden, la culpa mayor es del profesor.

P. Su temática pública ha evolucionado desde Euskadi hacia el propio PSOE.

R. La realidad impone sus prioridades. Algunas de las ideas que he defendido sobre el nacionalismo o el terrorismo hoy son patrimonio común, las defiende incluso Xabier Arzalluz. Han cobrado importancia otros aspectos, como la política del Gobierno, las relaciones con el sindicato o la evolución del partido. El socialismo vive una crisis muy grave de identidad, de valores y de objetivos que no podemos ignorar.

P. ¿No se equivocó al reprochar públicamente al PSOE su actitud ante la huelga general de diciembre?

R. Cuando en un partido se cometen errores graves, la obligación es proclamarlo; de lo contrario, los ciudadanos tienen derecho a pensar que somos tontos o fanáticos ciegos. El 14-D, el partido adoptó una postura francamente reaccionaria. Igual de inasumible me parece la actitud del Gobierno ante la mesa del empleo o en sus relaciones con los sindicatos o en la política económica.

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