'Pujolsburgo'
Hay que felicitar a Jordi Pujol, porque en su afán de ser reconocido como ario, a pesar de hallarse ubicado en un país -me refiero a España, desde luego- poblado por gente más bien morena y a menudo bajita, como él, intenta abrir una nueva vía comercial nada menos que con Pretoria, el corazón sagrado del régimen surafricano que utiliza el sistema del apartheid como forma de vida. Los caminos del Señor son insondables, y los de la pela son inenarrables.Efectivamente, se trata de un nuevo éxito del presidente autonómico catalán y, sobre todo, de su política de venderles butifarras a los blancos y hacerles butifarra (corte de mangas, en vernáculo) a los negros; política aplicada ya, aunque con mayor timidez que la que demuestra el Gobierno de Pretoria, en el Maresme y otras zonas catalanas, donde los trabajadores africanos se han enterado bien de lo que vale un peine de púa metálica.
Resulta por lo menos admirable la impavidez con la que desde amplios sectores de la ética, la estética, la tesis, la antítesis y la síntesis se contempla esta encantadora operación que pondrá al alcance de la minoría blanca surafricana inventos tan señeros como el pan con tomate, la tieta, el estadista con caspa y el excursionismo practicado con fruición dominical, así como el ahorro. Por otra parte, el Barça podrá en adelante convertirse en un ejemplo a seguir por los muchachos de los guetos a la hora de elegir una profesión con la que triunfar en la vida. Entre tanto, el señor Pujol y la señora Marta de Pujol entretendrán sus veladas, tipo Memorias de África, aprendiendo afrikaaner en un curso acelerado: no les costará, puesto que, como se sabe, se trata también de una lengua alta y rubia como la cerveza.
Lo que sí puede resultar tremendo es que las autoridades surafricanas se enteren de que en Cataluña se venera como patrona a la Moreneta. Ya les veo mandándola a la clínica que trata a Michael Jackson, que es carísima, aunque sin duda se trataría, a la larga, de una buena inversión. Y eso es lo que cuenta.
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