Colegiales por derribo
80 vecinos de Granada viven en un colegio mayor por amenaza de ruina de sus viviendas
"El jueves me llamó un vecino y me dijo: 'Rafael, esto se está hundiendo'. Yo había observado algunas grietas en los muros del piso, pero ahora habían aumentado. En el segundo y en el tercero daba miedo entrar, el suelo se estaba despegando". A media noche del día 27 de abril, el Ayuntamiento de Granada y Protección Civil decidieron evacuar a las 74 familias que ocupaban dos bloques de viviendas en el Camino de Ronda, de Granada. Unos se alojaron en casas de familiares, pero cerca de 80 personas fueron acogidas en el colegio mayor San Jerónimo, de la Universidad.
Los edificios fueron construidos hace 20 años por la inmobiliaria Ávila Rojas. Los técnicos aún no han decidido si los vecinos podrán regresar a sus hogares o si habrá que derribar los edificios. La incertidumbre quita el sueño a los propietarios de los pisos que han convertido el colegio mayor, que llevaba cerrado dos años a la espera de obras de ampliación, en una gran casa."Ni en un hotel de lujo estamos mejor que aquí. Cuando estuve de viaje de novios me alojé en uno y no era igual", cuenta una mujer de unos 55 años que no se identifica.
"Nosotros estamos dispuestos a llegar a donde sea", señala Rafa, un joven recién casado que ocupaba el piso desde hace tan sólo siete meses. Los vecinos han nombrado a un abogado y a un arquitecto para que les asesore.
El personaje más querido es Velasco, como le llaman, a secas, las familias alojadas en el colegio. Velasco es el conserje. "Un día después de dejar los pisos Velasco nos dio una rosa a cada mujer. Fue muy hermoso. Cuando todo se solucione vamos a organizar una fiesta, para que nos fotografíen en los periódicos y digan: 'El señor Velasco nos ha sacado de pila", explica otra mujer.
Las familias están repartidas por habitaciones "un poco espartanas", reconoce Velasco. El desayuno y la cena son servidos en otro colegio mayor, y el almuerzo, en los comedores universitarios.
Una mujer mayor se queja de que durante la noche, cuando tiene necesidad de ir al aseo comunal, le da miedo. "Me tuve que orinar en las zapatillas nuevas, vaciarlas y luego lavarlas", explica.
La mayoría son propietarios de los pisos, aunque hay algunos alquilados y realquilados Los compraron por 280.000 pesetas de hace 20 años, en plena fiebre constructora y con un planeamiento urbanístico impreciso y permisivo. Son familias modestas: "Lo que tenemos dentro de la casa es lo único que poseernos". "Las prendas pequeñas las lavamos aquí, pero para las mayores hay que recurrir a los familiares", dice una mujer. "Eso sí, no fregamos los platos, ni cocinamos, ni tenemos que ir al mercado", dice con cierta amargura.
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