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El recuerdo de un fraude

Antonio Caño

A. C., En las elecciones celebradas en 1984, en las que los resultados oficiales dieron vencedor al Gobierno por 1.700 votos de ventaja, la oposición venció realmente, según fuentes diplomáticas reconocen hoy, por algunas decenas de miles de votos.

Hace cinco años el candidato opositor era, sin embargo, el mayor líder civil que haya tenido nunca este país, Arnulfo Arias, muerto en agosto pasado.

Hay que contabilizar en favor de la candidatura gubernamental el mayor prestigio conseguido por los militares entre los sectores sociales más humildes, sobre todo en el interior del país, y el cansancio de la población por más de un año de huelgas y agitación política, de lo que mucha gente considera culpable a la oposición.

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La coalición opositora intenta arrastrar votos en favor del cambio y de un Gobierno honrado; el Gobierno quiere movilizar en su favor a la izquierda, a los negros -la oposición la dirigen blancos; el Ejército, mestizos y negros- y los habitantes de los arrabales pobres y de los nucleos campesinos. El Gobierno tiene de antemano de su parte la maquinaria del Estado.

Las Fuerzas de Defensa están de hecho en campaña en favor de su jefe, y todos los ministerios trabajan para ganarse los vetos de los 200.000 empleados públicos, que ven con miedo la política liberal que ofrece la candidatura opositora.

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A esto hay que añadir las irregularidades -inutilización de algunas cédulas de votantes y errores en las listas de censo- detectadas ya por algunos diplomáticos extranjeros. A pocos días de las elecciones, la fuerte polarización política hace temer días difíciles para este país.

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