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Jordi Pujol fuerza el relevo en la presidencia de Túnel del Cadí para refinanciar la empresa

Andreu Missé

Eusebi Díaz-Morera presentó el pasado lunes la dimisión como presidente de Túnel del Cadí, lo que ha supuesto la culminación de una de las situaciones más insólitas de la vida económica catalana. En la reunión del consejo, los representantes de los principales accionistas, Josep Joan Pintó -presidente de la Caixa de Barcelona- y Pere Vallés -vicepresidente de La Caixa-, valoraron altamente la labor desarrollada por Díaz-Morera.

Todas las fuentes consultadas han destacado el rigor de la gestión realizada. La dimisión, que ayer anunció públicamente el presidente como una simple cuestión formal, supone sin embargo el cumplimiento de la condición impuesta por el presidente Jordi Pujol para que la Generafitat refinanciase la sociedad con unos 1.500 millones de pesetas, aumentando su participación en la sociedad del 10% al 23%, indican fuentes contrastadas.Distintas fuentes del consejo coincidieron en que el propio Jordi Pujol había puesto la condición de sustituir a Díaz-Morera, argumentando que "ya que la Generalitat hacía un esfuerzo de inversión importante quería poner en la presidencia a una persona de su confianza". La persona de confianza elegida es el ex conseller de Economía y Finanzas de la Generalitat, Josep Manuel Basáñez. La condición puesta por Pujol no se debe únicamente a la confianza en su ex conseller de Hacienda, Basáñez, sino sobre todo a la animadversión manifiesta del actual titular de la Generalitat hacia Eusebi Díaz-Morera por la actuación de éste en su intento de reflotar Banca Catalana, cuando ocupó la presidencia de la entidad en 1982.

Pujol no aceptó nunca la estrategia desarrollada por Díaz Morera para salvar Banca Catalana, quien recabó el apoyo de todas las instancias posibles, incluidos los socialistas, que se perfilaban ya como los vencedores en los comicios de octubre y para lo que consiguió un compromiso de apoyo de Felipe González. En la posterior causa judicial contra los administradores de Banca Catalana, Díaz Morera hizo una declaración exculpatoría penalmente para Pujol, pero el político "jamás le perdonó" haber desarrollado una rigurosa estrategia de salvación del banco sobre la doble base de aflorar totalmente las pérdidas generadas y de recabar apoyos políticos ajenos al propio fundador del banco.La ejecución de las obras ha supuesto una inversión de 9.792 millones de pesetas, cantidad próxima a la presupuestada. Sin embargo, la sociedad ha sufrido siempre una falta de capitalización en relación a la inversión prevista. Con un capital de 5.280 millones de pesetas ha precisado un recurso constante al endeudamiento. Las deudas han evolucionado hasta llegar a 17.500 millones a finales de 1988.

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