Bush lanza un agresivo plan para limpiar de droga la capital de Estados Unidos
El Gobierno federal, declarando al alcalde de Washington "irresponsable" e incapaz de mantener la ley y el orden, ha elegido a la capital federal como ciudad piloto para aplicar un plan de crisis contra la droga. George Bush, que prometió en su toma de posesión acabar con la plaga de los narcóticos en Estados Unidos, gastará 80 millones de dólares (unos 9.200 millones de pesetas) en una difícil batalla por limpiar las calles de Washington, convertida en la capital del crimen norteamericana y de los camellos y que tiene más de 90 mercadillos callejeros de crack.
El zar de la lucha antidroga, William Bennett, un político agresivo y muy conservador que destacó como ministro de Educación de Reagan, ha anunciado un plan de choque para atacar un problema, la violencia generada por la droga, que está "fuera de control". Se utilizarán incluso expertos militares en espionaje, que prestará el Pentágono, para analizar la información sobre las redes de narcóticos en una ciudad en la que en lo que va de año han sido asesinadas ya 135 personas. El presidente ha estudiado, incluso, el uso de la Guardia Nacional y el Ejército, que de momento ha descartado. El pasado año cayeron, víctimas de crímenes, en su inmensa mayoría relacionados con el tráfico de estupefacientes, 371 ciudadanos, siete veces más que la media nacional.Se construirán dos nuevas cárceles para Washington. Se trata de paliar la falta de espacio penitenciario, que hace que de los 46.000 detenidos el pasado año sólo 1.400 ingresaran en prisión. "A mí me detuvieron tres veces, y lo más que he pasado es una noche en comisaría", se jactaba ayer un joven traficante al ser preguntado sobre su opinión acerca del plan federal antinarcóticos en la ciudad.
El dinero federal servirá para pagar a más fiscales que aceleren los procesamientos y para añadir a la policía local agentes especializados antidroga y miembros del FBI. Los traficantes serán expulsados de las viviendas de protección oficial -cuyos residentes serán controlados con una tarjeta de identificacio; en con foto-, que es donde se realiza la mayor parte del mercadeo de droga.
Alcalde popular
La Administración abre también una batalla política contra el alcalde Marion Barry, sospechoso él mismo de consumir droga y sobre el que pesan graves acusaciones -no probadas- de corrupción. Y sin la cooperación de Barry, negro y popular en una ciudad que tiene un 70% de habitantes de color, será muy difícil que triunfe el plan antidroga. Bennet se negó a invitar a Barry a la presentación del programa. El alcalde convocó, por su parte, una conferencia de prensa en la que manifestó su escepticismo e irritación por la acción del Gobierno federal, que le relega a él y a su Administración municipal, considerada públicamente incompetente, a un segundo plano. Expertos, policías locales y amigos políticos de Barry afirmaban ayer que el plan federal es como un intento de vaciar el mar con cubos. El alcalde había solicitado 102 millones de dólares de ayuda, pero para utilizarlos él. Barry defiende que es objeto de una caza de brujas racista por el establecimiento blanco de la ciudad y por el Congreso, dirigida en última instancia a acabar con el autogobierno de Washington y poner la ciudad bajo control federal.Por otra parte, el Gobierno norteamericano felicitó ayer a las autoridades de México por la detención del padrino mexicano de la droga Miguel Ángel Gallardo, a quien Washington responsabiliza de haber ordenado la tortura y asesinato del agente de la agencia antidroga norteamericana (DEA) Enrique Camarena. "Esperamos que la investigación del caso dará ahora sus frutos", dijo un portavoz de la DEA.
[El jefe de la DEA en México, Ed Heath, aseguró ayer que habrá más detenciones después de la de Gallardo. Según Heath, "no hay duda de la vinculación del traficante detenido con el cártel de Medellin ni de que sea el autor material de la muerte de Camarena, ocurrida en Guadalajara en febrero de 1985, informa Efe.]
La acción del presidente Salinas de Gortari contra uno de los más importamtes traficantes internacionales llega en un momento clave, cuando México busca concesiones de sus acreedores respecto a su enorme deuda externa, a la que Washington aplicará, como primer paciente, el nuevo plan Brady. Y, mañana, el Senado norteamericano deberá certificar si México está haciendo lo suficiente en la lucha antinarcóticos. En caso contrario, como hizo el pasado año, podría decretar sanciones económicas que provocaran una tormenta política en las relaciones entre los dos países.
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