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FERIA DE SEVILLA

Se agrió el mazapán

Las figuritas de mazapán que fabrican en el obrador de las ganaderías comerciales, ahora salen agrias. Se pudo comprobar el lunes con lo de Jandilla, el martes con lo de Domecq, que llaman El Torero, marca registrada.Es lo que acontece cuando en el obrador de la tienta los ganaderos comerciales seleccionan la sangre noble, que a veces ni siquiera es noble -porque es bobalicona-, el cuerpo chico, la cuerna prieta, y desprecian la bravura.

A veces esa selección da resultado durante algún tiempo: salen los toros hechos unas figuritas de mazapán, verdaderamente chicos, nobles -o bobalicones-; el taurinismo comenta por donde va qué bueno está saliendo lo de don Perengano, los mandones del toreo se disputan sus productos, hay triunfos, sobre todo hay ventas. Pero, a los pocos años las figuritas- de mazapán se agrían y resulta que tras tantas cruzas para obtener en serie el toro noble o bobalicón, acaban inventando el manso.

Torero / Manili, Joselito, CaminoToros de El Torero (6º, sobrero), en general chicos, inválidos y de feo estilo

Manili: pinchazo y estocada (vuelta); dos pinchazos y siete descabellos (silencio). Fue atendido en la enfermería de herida contusa en un ojo, de pronóstico reservado. Joselito: pinchazo y estocada (aplausos y salida al tercio) pinchazo y estocada (ovación y salida a los medios). Rafi Camino: pinchazo y bajonazo (silencio) estocada baja (silencio). Plaza de la Maestranza, 11 de abril. Sexta corrida de feria.

Si los mandones del toreo no se dan cuenta a tiempo, puede ser trágico. Ayer pudo ser trágico para Joselito. En cuanto probó las figuritas de mazapán que le sirvieron en sus dos turnos, debió exclamar: ¡Cielos, están envenenadas! 0 quizá exclamó otra frase de más grueso contenido. En cualquier caso el panorama se presentaba problemático, ya que tenía un serio compromiso en la Maestranza: dilucidaba ante la afición sevillana el ser o no ser. Y pues se trata de un torero como los de antes de la guerra, asumió el compromiso jugándose la vida. Literalmente se la jugó. Sin aspavientos ni teatralidad alguna, se cruzó con las figuritas de mazapán rellenas de cicuta, citó a una insistentemente con la izquierda, a otra con la derecha -por ser los respectivos pitones menos malos-, consintió mucho, embarcó cumpliendo los tiempos de la suerte, aguantó derrotes y parones.

Cuando, en ambos casos, cambió de mano, sufrió, respectivamente, un volteretón mayúsculo y un impresionante enganchón por la axila. La Maestranza, sobre cuyos tejadillos cayó en esos instantes dramáticos un manto de hielo, aún lo celebra. Luego celebraría el valor, la honradez y la torería de Joselito, dedicándole una fuerte ovación. La afición sevillana dedujo de lo visto que Joselito es torero. Como los de antes de la guerra.

Otro torero como los de antes de la guerra hubo en la plaza. Iba de plata y se llama Martín Recio. La Maestranza estuvo pendiente de su actuación y jaleó con oles varias de sus intervenciones. Martín Recio bregó por delante de los toros templándoles las embestidas, hizo un quite a Juan Cubero dándole al toro en el hocico con las banderillas, reunió dos excelentes pares de banderillas sin trampa ni cartón. La torería y el arte de Martín Recio los premió el público con una ovación encendida, y tuvo otra para Juan Cubero, que en banderillas también hizo la suerte sin trampa ni cartón.

Entre la ruina de toros chicos, inválidos y avinagrados, resultaron manejables el que abrió plaza y el sobrero. Al que abrió plaza lo toreó Manili en los medios muy sobrado de valor ydominio, pero con escasa pureza y menos gusto. Corría lamano -sin ritmo-, abría mucho el compás -sin cargar la suerte-, ligaba, empalmaba pases de pecho con la derecha y con la izquierda, y todo estaba bien, pero debió estar mejor. Al sobrero le hizo Camino una faena desaliñada. Camino estuvo muy nervioso, precavido y destemplado toda la tarde, lo mismo en ese toro manejable que en el aplomado corrido en tercer lugar.

El cuarto padecía tal invalidez que Manili no le pudo dar ni un pase. Manili tuvo entonces la oportunidad de su vida. Manili pudo inventar sobre la marcha la tauromaquia del toro tumbado y sólo por eso habría pasado a la historia, igual que el Montes y el Paquiro. Hubiese bastado con que se tumbara delante del toro y le hiciera guiños, morisquetas y cucamonas. Se le perdona, ya que tenía un palotazo en un ojo y una frustración en el alma. Le prometieron que se atiborraría de figuritas de mazapán de El Torero (marca registrada), y de dos, una se le despanzurrá bien despanzurrada.

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