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Los recursos naturales de Madrid han sido despilfarrados por el desarrollo de la ciudad

La existencia de profundos desequilibrios sociales y territoriales en Madrid y la destrucción del medio ambiente exigen la elaboración de un plan regional que establezca las prioridades de desarrollo, señala el tipo de industrias que permitan obtener mayores beneficios sin necesidad de esquilmar los escasos recursos existentes y acabe con la especulación del suelo. Estas son las principales conclusiones del estudio sobre el futuro de Madrid realizado por la sociedad pública Promadrid, financiada sobre todo por el Ayuntamiento y la Comunidad y en el que se critica la insuficiencia de la gestión del PSOE.

Como resumen del estudio, que demuestra la rara ética de atreverse a criticar a aquellas entidades o personas que han encargado y financiado este trabajo, puede citarse una frase de las conclusiones: "Madrid posee un amplio y profundo muestrario de todos los problemas medioambientales, con la única excepción de la contaminación marina".El estudio, el número 12 de los publicados por Promadrid, analiza la ocupación del suelo, los flujos monetarios y de mercancías, las importaciones y exportaciones madrileñas de energía y productos industriales, la contaminación atmosférica, los residuos urbanos e industriales entre otros muchos aspectos, y llega a la conclusión de que Madrid nunca ha tenido un plan regional de desarrollo que adecuara su crecimiento tanto a sus necesidades como a sus recursos lo que ha dado lugar a importan tes desequilibrios que hoy se presentan como dificiles de corregir

El estudio pone de relieve, por ejemplo, que el suelo urbanizado desde el origen de la ciudad de Madrid hasta 1983 alcanza el 11,6% de su superficie, con el problema añadido de haberse producido mediante la invasión de las mejores zonas de la región, suelos agrícolas -el 37% de las industrias madrileñas están instaladas en antiguos suelos de regadío- y fondos de vaguadas y valles, lo que ha obstaculizado el desarrollo de la agricultura y promovido el alzamiento de fuertes barreras a los pasillos aéreos que cumplen la función natural de renovar el viciado aire madrileño.

El estudio analiza el desproporcionado consumo energético de Madrid, del que es en gran parte responsable el uso del automóvil, a su vez generador de contaminación y de los interminables atascos de tráfico que perjudican la imagen de ciudad habitable. También en este sector las políticas sectoriales seguidas tradicionalmente han sido las contrarias a las necesarias. Se ha encarecido el transporte público y no se ha aplicado la receta de fomentar el número de viviendas de alquiler, lo que permitiría la movilidad residencial para acercar domicilios y centros de trabajo y no obligar al uso del vehículo privado. El estudio destaca "la pasividad mostrada por nuestra Administración" en este terreno.

La destrucción del medio natural se complementa con la generación de residuos domésticos urbanos e industriales, muchos de ellos tóxicos. El estudio señala como incomprensible que una ciudad generadora de residuos -casi cuatro millones de toneladas anuales- no cuente precisamente con industrias de reciclaje de esos mismos productos.

Los datos manejados demuestran que Madrid es una ciudad generadora y transmisora de información por acoger las tres administraciones, gran parte de las sedes centrales de empresas nacionales, universidades, museos, etcétera. Al mismo tiempo, los servicios de Correos y Telefónica sufren un profundo deterioro. El monopolio de Telefónica le ha "permitido simultanear unas tarifas más elevadas que en el resto de los países europeos y una calidad de servicio similar a los países africanos pobres".

La especulación del suelo y la actitud pasiva de la Administración, señala el estudio, "ha beneficiado a los grandes promotores y a los ayuntamientos", pero no así al resto de la población, que ahora se ve impotente para acceder a una vivienda por las subidas le los precios finales. "Así, tras el advenimiento de la democracia se está imponiendo una jerarquización del espacio mucho más rígida y clasista que la existente durante el franquismo".

El estudio reconoce que muchos de los males de desarrollo de la ciudad se deben a que, por su imbricación con la economía y la política nacional, muchos aspectos escapan a la competencia municipal, pero, especifica a continuación, "la distribución y tarifas del agua, los transportes o la contaminación son competencias municipales y regionales".

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