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Tribuna:EXPLOTACIÓN DE RECURSOS MEDIOAMBIENTALES
Tribuna
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Desarrollo turístico y crisis territorial

En Lanzarote acaba de aprobarse, por unanimidad, un nuevo Plan Insular de Ordenación Territorial. Enfrentándose al caótico proceso especulativo imperante en la isla, el plan establece una drástica reducción del crecimiento turístico, limitando las 260.000 plazas previstas a 83.750, que además quedan sometidas a una planificación coordinada hasta el final del siglo.Al tiempo se apuesta por un desarrollo turístico de mayor cualificación, con protección del 95% del suelo insular en reconocimiento del alto valor de su medio físico y paisaje. Y se garantiza la coordinación del Cabildo Insular y de los siete ayuntamientos de Lanzarote en las decisiones sobre todos los elementos territoriales que determinan la calidad de la isla.

Afortunadamente, la experiencia de Lanzarote converge con otras propuestas que están surgiendo fuera de Canarias, en Baleares, Andalucía, Cataluña, Cantabria, etcétera. El común denominador de todas ellas gira en torno a la convicción de que el viejo modelo de desarrollo turístico, basado en la intensiva explotación de los recursos costeros y medioambientales, no sólo está agotado, sino que está empezando a perder atractivo en los mercados turísticos internacionales.

Estas experiencias confirman la necesidad y oportunidad de nuevas políticas turísticas en el país, de las cuales ya se vienen concretando algunos rasgos generales.

1. El turismo, sector terciario avanzando y factor de cualificación del desarrollo. La importancia económica del turismo en España es incuestionable -con 35 millones de visitantes en 1988, aporta anualmente 1,9 billones de pesetas en divisas y cerca del 10% del PIB- Pero también lo es la gravedad de los impactos medioambientales producidos en los últimos años a lo largo y ancho de nuestras costas.

Por más que ello sea difícil en nuestro país, ha llegado el momento de defender y exigir un tipo de actividad turística que deje de ser considerada como un sector atípico de efectos indeseables y pase a ser contemplada como un área moderna de servicios terciarios, que puede y debe aportar efectos beneficiosos, incluso de carácter medioambiental.

Es más, puede afirmarse que no puede haber hoy en España desarrollo económico cualitativo y sostenido sin un sector turístico rentable y cualificado.

2. Un turismo integrado en el territorio. Se requiere, por tanto, un desarrollo turístico integrado en el ecosistema social y territorial sin expoliarlo; esto es, el tipo de turismo deseable en cada lugar, su forma de asentarse en el territorio, su ritmo y condiciones deben determinarse atendiendo no sólo a los imperativos del mercado, sino a la vocación y aptitudes del medio físico y social de cada zona.

Medidas preventivas

3. El problema no es crecer más, sino cualificar la oferta turística. El futuro del turismo en nuestro país reclama no tanto su mayor crecimiento, sino una serie de medidas preventivas hacia las áreas que todavía no han sufrido el impacto del turismo y la recalificación profunda de las extensas infraestructuras turísticas ya existentes. Es preciso combinar la preservación del medio virgen, la regeneración de las instalaciones actuales (incluida su rehabilitación o remodelación, adaptándolas a las nuevas tecnologías del sector) e incluso la realización de nuevas promociones, siempre que se justifiquen desde la perspectiva de equilibrio y mejora del conjunto.

4. Reafirmación del papel del planeamiento frente al mercado como factor exclusivo de regulación del desarrollo turístico. Una de las principales conclusiones de los análisis realizados es constatar la limitación del mercado para regular equilibradamente y con sentido estratégico el desarrollo turístico, al no contemplar los costes del deterioro del medio físico y social.

Una vez que un territorio entra en el radio de acción del turismo de masas, las expectativas de desarrollo generan un gran proceso especulativo. Es evidente que el mejor antídoto contra ello es actuar con carácter preventivo, antes de que se haya desencadenado. La experiencia está avalando la conveniencia de planificar el desarrollo en áreas relativamente amplias (zonas costeras, islas) integrando la ordenación del territorio, medio físico y el sector turístico.

5. Una oportunidad para poner en valor turístico nuestro patrimonio cultural y natural. Circunscrito al ámbito de sol y mar, nuestro turismo tiene aún un patrimonio natural y cultural por descubrir.

Los acontecimientos de 1992 (Juegos Olímpicos de Barcelona, Feria Internacional en Sevilla y capital cultural en Madrid) serían una ocasión inigualable para coordinar, desde ahora mismo, una proyección del turismo cultural comercial y empresarial (las ferias de muestras y congresos son un campo importante de desarrollo), y natural (turismo verde, alternativo en zonas rurales, caza y pesca). Esta posibilidad de establecer una oferta cualitativamente distinta, complementaria a la masiva de playa, puede permitir una intervención empresarial limpia, de efectos muy beneficiosos.

6. Necesidad de nuevos instrumentos de actuación y de concertación con la iniciativa privada. Faltan bases técnico-jurídicas para desarrollar las nuevas concepciones sobre el turismo. Especialmente importante es renovar la legislación contra la especulación, la cual, pese a su inconstitucionalidad, dista de ser combatida con firmeza. La ley del Suelo, en este sentido, no se ha actualizado al ritmo que los nuevos tiempos requieren. Asimismo, no existe un marco adecuado de coordinación entre Administraciones, ni de políticas sectoriales, para abordar la intervención en toda su complejidad.

Transformar en realidad este tipo de propuestas exige altas dosis de lucidez, responsabilidad y generosidad; pero siempre en una línea de concertación y consenso, entendida como participación real y profunda de la sociedad en la definición de una nueva perspectiva de futuro.

Fernando Prats y Felipe Manchón son arquitecto e ingeniero urbanistas, respectivamente.

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