El hastío
LA AUTÉNTICA historia interminable de este país es ya, sin duda, el juicio contra el empresario José María Ruiz-Mateos por dos delitos de falsedad en documento mercantil y manipulación contable. Un sinnúmero de aplazamientos, fugas, peticiones de extradición, visitas a santuarios marianos y pícaros subterfugios procesales han convertido la relación del creador de Rumasa con los poderes democráticamente establecidos en un canto al hastío y a la saturación.Desde que el 23 de febrero de 1983 el Gobierno socialista decidió por decreto-ley la expropiación -ratificada por sentencia del Tribunal Constitucional de 3 de diciembre del mismo año- del holding del empresario jerezano, el ciudadano ha asistido a un amplísimo abanico de posibilidades analíticas para intentar entender el entramado jurídico-económico del asunto. Una oposición que, con encomiable constancia, se opuso sistemáticamente a lo que entendía era comulgar con ruedas de molino grandes y simplistas, presentando el correspondiente recurso de inconstitucionalidad cinco días después de que el Gobierno aplicara la decisión expropiatoria; un Ejecutivo que optó hace tiempo por dejar la palabra a los tribunales; unos tribunales de justicia para los que aún no sonó la hora de juzgar, y un procesado que ha convertido la bufonada y el exceso en sus mejores armas de supervivencia.
Otra cosa es la segunda fase del affaire, la reprivatización de las empresas del holding de la abeja, sobre la cual han faltado, y siguen faltando, la luz y los taquígrafos precisos para delimitar lo que se enajenó al justo precio y lo que fue a"pasar a nuevas manos a precio de saldo, con la sospecha de enriquecimientos repentinos y tráfico de influencias sin aclarar. No se han entendido nunca las trabas del Gobierno y del grupo parlamentario socialista para evitar una comisión investigadora sobre esa reprivatización.
La última triquiñuela legalista del antiguo financiero jerezano -renuncia a la propia defensa, con el consiguiente aplazamiento de la vista- sitúa la acción en un nuevo peldaño. Después de quejarse amargamente durante años de que el Gobierno aplazaba cuanto podía su juicio, el señor Ruiz-Mateos consigue una nueva demora con el visto bueno de su equipo de asesores jurídicos, que tras seis años se ha convertido, sin duda, en el más numeroso y variopinto de cuantos tuvo ciudadano alguno. El problema de su actitud es que el nuevo peldaño pertenece a una escalera de la que ya no se sabe si sube, baja o -como parece más plausible- no lleva a ninguna parte, salvo al propio desquiciamiento y al histrionismo.
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