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El FMI debate en Washington las propuestas del Plan Brady

Enric González

ENVIADO ESPECIAL

El llamado Plan Brady para afrontar la deuda de los países en desarrollo, que hasta ahora no se ha plasmado mas que en algunas ideas generales sobre la necesidad de reducir el volumen de dicha deuda y sobre algunos mecanismos a utilizar para ello, será la cuestión central de la reunión de primavera del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, que comienza hoy en Washington.

Las propuestas formuladas por Nicholas Brady, secretario del Tesoro norteamericano, han supuesto un notable cambio de actitud respecto a la rígida posición mantenida por su antecesor, James Baker, y han despertado grandes expectativas entre los países deudores, fundamentalmente los latinoamericanos. Estas esperanzas se pusieron hasta tal punto de manifiesto en la reciente reunión del Banco Interamericano de Desarrollo en Amsterdam, que la Administración de Estados Unidos, y el director del FMI, Michel Camdessus, tuvieron que apresurarse a enfriar los ánimos rebajando el supuesto plan a simple conjunto de ideas destinadas a abrir un debate internacional.

La hora del debate ha llegado. Los grandes socios de Estados Unidos en el FMI (Reino Unido, República Federal de Alemania, Francia y Japón) deberán decidir ahora en Washington si apoyan la propuesta de impulsar un programa generalizado de reducción de la deuda externa, en un porcentaje que oscilaría alrededor del 30% como promedio aunque, caso por caso, los porcentajes serían muy variables, dependiendo de la solvencia del deudor. La reducción, según lo dicho hasta ahora, se efectuaría básicamente mediante mecanismos de swap o trueque (sobre todo de deuda por activos) y de recompra de créditos para sustituirlos por deuda interna a largo plazo.

Los interrogantes

Quedan aún, sin embargo, grandes interrogantes sobre la viabilidad de estas propuestas. Por un lado, ninguna reducción será efectiva si no se arbitran previamente mecanismos para controlar la inflación y los tipos de interés, cuyas subidas incrementan de año en año el monto de la deuda de los países pobres, que en 1989 alcanzó un total estimado de 1,3 billones de dólares.Por otro lado, el fortalecimiento del papel del FMI y del Banco Mundial como árbitros en las negociaciones bilaterales entre acreedores y deudores, requiere de un importante aumento de cuotas para los países miembros del Fondo. Este aumento de cuotas debería ser, al menos, según el propio Camdessus, de un 50%, y de un 100% para responder satisfactoriamente a todas las necesidades del FMI. Es decir, los grandes, especialmente Japón (que actualmente aporta menos dinero a la institución que el Reino Unido, la RFA o Francia) deberían pagar más.

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