René García Villegas
Una persecución implacable contra la tortura en Chile
"Ante un crimen no se puede permanecer indiferente, ni individual ni socialmente", afirma el juez René García Villegas, un magistrado premiado en tres ocasiones por los abogados y por el Servicio Paz y Justicia de Chile. Ha llevado a la práctica su "compromiso ético con la gente que espera justicia", soportando sanciones de la Corte Suprema, amenazas contra su vida y enfrentándose a la Central Nacional de Informaciones (CNI), policía secreta del régimen de Pinochet. Este hombre de 71 años, que ha sido periodista, investiga unos 35 procesos por torturas contra la temida policía secreta.
En 1985 fue nombrado juez del XX, Juzgado del Crimen de Santiago y dentro de su jurisdicción quedó el cuartel Borgoño de la CNI, un temido centro de aplicación de tormentos. García, que fue corresponsal en Ecuador de una revista chilena y que ingresó en el poder judicial después de la muerte de su primera esposa, no tembló a la hora de intentar procesar a los torturadores. El juez García es considerado como un "ejemplo de coraje" y un magistrado al que muchos opositores quisieran ver en cargos de responsabilidad durante la democracia.Después de interrogar a 50 torturados, García ha reconocido en los torturadores a varios tipos -los hay sádicos, otros creen servir a una causa patriótica -,eliminando izquierdistas y otros son "vulgares y siniestros mercaderes de la muerte"-, aunque todos ellos tienen un rasgo común: "Muestran una gran crueldad y amoralidad".
Aunque admite que la policía ha practicado tratos crueles en otras épocas, "los casos actuales son distintos, sistemáticos, ejecutados con modernos equipos y tal grado de sevicia y crueldad frente a una víctima en inferioridad de condiciones, desnuda, amarrada, con sus ojos vendados, que cuesta entenderlo". Aunque no es partidario de la pena de muerte contra quienes torturan, cree necesarias penas severas, "no inferiores a 20 años de cárcel".
Ha intentado interrogar a torturadores. En una ocasión consiguió tener a dos agentes de la CNI en su pequeño despacho. Pero ambos llegaron sin sus cédulas de identidad (que es obligatorio portar) y afirmaron que sólo eran custodios de Pablo Yuri, un universitario que tuvo cinco fracturas durante una sesión.
Cuenta con horror casos concretos y terribles de torturas y violaciones múltiples contra ciudadanos y ciudadanas chilenas. Su valentía le ha ha llevado a recibir amenazas telefónicas. Su coche ha sido allanado, y después de que un grupo penetró en su casa, tomó fotos y cortó el teléfono, estuvo un mes con protección policial. La Corte Suprema le ha clasificado mal, le prohibió hacer declaraciones a la Prensa y le amonestó. Su testimonio fue censurado por la televisión durante la campaña del no en el plebiscito. Pero García dice no tener miedo, "quizá porque no me he detenido a pensar en los riesgos".
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