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LA MAESTRANZA

Sin competencia

Nada más cambiar Curro la seda por el percal, dió varios lances al aire, para ahuyentar los malos espíritus, pero se conoce que, no se iban, pues hizo un gesto de contrariedad y pidió otro capote. Ese gesto de Curro iba a ser la premonición de su actuación posterior. A su primero lo toreó sin quietud. En el cuarto se estuvo quieto en los lances de recibo pero, paradójicamente, carecieron de su proverbial cadencia. Ese toro, muy castigado en varas, llegó a la muleta en estado preagónico, lo que aprovechó Curro para quitarle el polvo y cazarlo al segundo intento.La competencia en los toros es un factor muy deseable. Las épocas de mayor esplendor fueron aquellas en las que una pareja se disputaba el cetro del toreo. Los mentores de Joselito han lanzado la ofensiva en los medios de comunicación para emparejar a éste con Espartaco. Se había fijado incluso la fecha de la primera batalla para ayer en la Maestranza. Muchos aficionados madrileños contribuyeron a poner el cartel de No hay billetes. Sin embargo, la competencia no se ha producido ni parece que, a corto plazo, se pueda producir.

Torrealta / Romero, Espartaco, Joselito

Toros de Torrealta de aceptable trapío, excepto 3º y 5º, impresentables; fáciles. Curro Romero: pitos en los dos. Espartaco: oreja; ovación. Joselito: ovación; silencio.Real Maestranza de Sevilla, 26 de marzo.

Espartaco no posee las esencias de Pepe Luis, pero sí una cabeza al servicio de una técnica, que le permite alcanzar un grado de regularidad que es muy difícil ganarle la pelea. Espartaco le encuentra la distancia inmediatamente a los toros, y así lo hizo en el primero, que no en el quinto, al que le sacó algunos muletazos como si sacara agua de un pozo.

Joselito, por el contrario, no se acopló en el tercero, que era un toro muy potable. Varios años de aprendizaje separan al de Espartinas del madrileño. En el sexto, éste se encontró un marmolillo y lo único censurable pudo ser la insistencia.La corrida de Torrealta fue de las llamadas comerciales. Cómodos de cabeza, impresentables el tercero y el quinto, y todos en el último tercio con nobleza y no menos sosería.

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