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El PCI, dispuesto a unirse con los socialistas para desplazar a la Democracia Cristiana a la oposición

Juan Arias

Achille Occhetto, secretario general del Partido Comunista Italiano (PCI), hizo un llamamiento ayer a las fuerzas de la izquierda europea y a todos los movimientos de progreso para alcanzar una acción política común. Occhetto invitó también a los socialistas italianos a formar una alternativa de Gobierno que acabe con más de 40 años de dominio democristiano. Occhetto fue coronado al final de su discurso de ayer en la sesión del XVIII Congreso del PCI como. líder, no sólo del mayor partido comunista de Occidente, sino también como una pieza clave en la construcción de la nueva izquierda europea, ya que las 120 delegaciones extranjeras presentes le aplaudieron con fuerza en pie durante casi 20 minutos.

Occhetto, visiblemente emocionado, había dicho: "El nuestro ha sido un congreso bello porque a través de un debate vivo hemos conseguido demostrar que los comunistas italianos son protagonistas de un esfuerzo extraordinario hacia la novedad". Y añadió: "Ha nacido así un partido nuevo, moderno y capaz al mismo tiempo de enfrentarse con la modernidad en forma crítica y problemática, pero que debe crear ahora las bases para una presencia mas fuerte en la sociedad italiana".Los aplausos no le dejaban muchas veces acabar la frase, como cuando dijo: "La nuestra no es la seguridad de quien se siente autosuficiente. No. Nosotros hemos buscado la unidad sobre un proyecto y el PCI sale de este congreso con una política, con un proyecto para el país".

Pero la inteligencia de Occhetto consistió, sobre todo, en que siempre tuvo ante los ojos no solo Italia, sino Europa y los graves problemas que acucian hoy a toda la humanidad. Las primeras ocho páginas de su discurso de ayer fueron dedicadas totalmente a lo que él llamó ,un nuevo pensamiento político", el cuál, dijo, "es necesario hoy en todos los países y en la realidad mundial para garantizar una fase ulterior de progreso de la humanidad". Lo importante, para todos, añadió "es empezar a pensar de un modo nuevo".

Estalinismo

Pero el secretario comunista no dejó de hacer la autocrítica: "Tenemos a nuestras espaldas", dijo, "la experiencia dramática del estalinismo. Dicha experiencia ensució y deformó los ideales del socialismo. Y precisamente por ello hoy nosotros decimos que queremos el socialismo verdadero, no el real, lo que significa ir más allá del individualismo capitalista y del estatalismo burocrático".

Occhetto fue respondiendo una a una a todas las objeciones que le habían hecho dentro y fuera del congreso, más fuera que dentro, en realidad. Refiriéndose a los socialistas, que han sido el eje central del debate congresual, el líder comunista dijo que con ellos quería dialogar "con mente fría". A Craxi que le había dicho que su discurso era. "viejo" le respondió: "Os daréis cuenta pronto de que nuestra reflexión coincide con la de todos los sectores más avanzados de la cultura y de la política socialista del este y del oeste". Y añadió que es curioso que mientras los socialistas italianos habían abandonado el congreso, todos los líderes de la izquierda europea y mundial, presentes en él, habían apreciado seriamente el nuevo curso comunista italiano.

Y a la objeción de que se había limitado a enunciar problemas sin ofrecer soluciones concretas, Occhetto respondió: "Hemos afrontado la cuestión Norte-Sur, a partir de la deuda exterior; consideramos posible una iniciativa europea para una política ecológica común; creemos esecial un nuevo papel de la ONU; hacemos referencia expresa a las fuerzas de la izquierda europea y a todos los movimientos del progreso para una acción política común; indicamos la necesidad de reforzar los poderes del Parlamento Europeo y de la definición de un nuevo poder ejecutivo europeo; luchamos para que vaya adelante la política del desarme; colocamos la no-violencia en el centro de la idea de una seguridad mundial; hemos llevado a cabo un cambio profundo en el modo de concebir la lucha de clases y las relaciones entre los sistemas a escala interplanetaria, y hemos apostado por un modo nuevo de hacer política".

Y Occhetto añadió, irónico: "Quizás parezca poco, si se confronta con nuestra politiquilla doméstica, que anima pasiones fingidas en torno a una disputa siempre igual a sí misma".

La defensa de la razones comunistas, quiso puntualizar el secretario del PCI, no deben ser interpretadas como algo "antisocialista". Y, respondiendo más directamente al enfado del líder socialista Bettino Craxi a su primer discurso de apertura, dijo: "Si Craxi nos responde negativamente [a la llamada a construir juntos la alternativa] es quizás porque él mismo está inseguro y advierte que una etapa política, que ha dado sin duda frutos al PSI, se está agotando".

Añadió después: "De cualquier modo, nosotros no desistiremos de nuestra estrategia unitaria y no pensamos en una reforma del sistema político como una política enderezada contra los socialistas. Queremos sólo repetir al PSI lo que a todos nosotros nos ha dicho en este congreso el socialdemócrata alemán Voigts: "Aprender de los otros partidos no significa traicionar las propias ideas".

Lágrimas sin banderas rojas

Las lágrimas de Achille Occhetto, la ausencia de banderas y pañuelos rojos y la desaparición del brazo en alto con el puño cerrado fueron una primera prueba del visible cambio que ha dado el Partido Comunista Italiano (PCI) en este XVIII Congreso, equiparable a aquel día de la primavera de 1977 cuando Santiago Carrillo sorprendió a todos los presentes en la sede del Comité Central del PCE al instalar la bandera española (roja y gualda) presidiendo la reunión junto a la del partido y lo que aquello significaba para los comunistas en la transición política de España. Por si acaso fuese poco, en la simbología externa del PCI también desaparecieron de la escenografila congresual la hoz y el martillo, que quedaron reducidos alamínima expresión de un pequeño medallón, casi irrisorio, debajo del micrófono de los oradores.Occhetto ha sido sin duda el primer secretario general comunista italiano que, rompiendo todos los esquemas de la austera liturgia del PCI, no supo retener la emoción y derramó lágrimas cuando, al acabar su discurso de ayer, fue recompensado con una ovación intermiriable e in crescendo, como se dice aquí, con los 20.000 asistentes en pie.

La gran pantalla electrónica del congreso lo expuso a la emoción pública presentándole en un primer plano con las lágrimas que le corrían por las mejillas, mientras se mordía los labios para intentar sofocarlas, lo que a su vez provocaba un temblor en la barbilla que hacía inútil escamotear el gimoteo. El congreso abrió sus sesiones con una canción de Sting como símbolo de la novedad; pero ayer, mientras Occhetto lloraba, y para romper la tensión emotiva, restallaron las notas de Bandiera rossa.

En las ocasiones anteriores, los comunistas la cantaban con el puño en alto. Esta vez, acabado el viejo rito marxista y no sabiendo qué hacer con las manos, terminaron por acompasar el célebre himno con aplausos, a la manera de los jóvenes en los conciertos de rock and roll.

Occhetto, líder de la nueva izquierda reformista que se pretende crear en Italia -y algo más allá, si ello es posible-, se presentó ayer con una corbata azul con reflejos celestes. El rojo, símbolo del partido comunista, había quedado sólo para el escenario del congreso; pero se trataba de un rojo diluido, que terminaba por verse rosa. Hubo una sorpresa final: Occhetto, en momento tan importante, hizo mención, aplaudiéndola, de la difícil iniciativa que lleva a cabo en Palermo (Sicilia) el alcalde democristiano y católico progresista Leoluca Orlando, presentándola como una anticipación de la "nueva política de reformismo fuerte" que él ha preconizado a lo largo de este histórico congreso.

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