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Conmoción en Italia por la orden judicial de separar a una niña de sus padres adoptivos

Juan Arias

La decisión de los jueces italianos de apartar de sus padres adoptivos a Serena Cruz, la niña filipina de tres años que fue abandonada por sus progenitores en un cubo de la basura de un suburbio, de Manda, sacude profundamente a la opinión pública italiana. Frente a la resolución judicial, fundamentada en que la niña fue adoptada ilegalmente, el pueblecito de Racconigi se ha movilizado para hacer regresar a Serena con sus padres adoptivos, una familia humilde con la que ha vivido dos años.

La historia de Francesco y Rosanna Giubergia, una sencilla familia de trabajadores ferroviarios de un pueblecito de la provincia de Turín, es aún más trágica por el hecho de que ya habían adoptado, también en Filipinas a otro niño, Nasario, que vive felizmente con ellos y tiene ahora cuatro años. El niño había recibido a Serena como a una verdadera hermana, y la niña se había encariñado con él. Ahora la separación de Serena, además del trauma que supone para ella tener que abandonar a quienes considera sus padres para ser adoptada por otra familia, plantea el grave problema a su hermano Nasario, que tampoco entiende por qué le separan, y para siempre, de Serena. Todo ello, dicen los psicólogos, en la edad más crítica para ambos, porque nadie podrá hacerles comprender lo que está pasando ni nadie podrá medir las, consecuencias en la vida de los dos niños en el futuro.Tras conocerse la decisión judicial, la madre adoptiva de Serena, con el corazón roto y engañando a la niña, la sacó el jueves de su casa para dejarla en un colegio de niños abandonados en espera de que los jueces la entreguen a otra familia.

Allí le habían preparado a Serena una montaña de juguetes. Pero cuando se dio cuenta de que había sido abandonada se negó a comer. Por la noche tuvieron que llamar al padre para que la convenciera de que tomara una sopa.

El pueblo entero se ha rebelado con rabia y ha anunciado, con el alcalde a la cabeza, que seguirá luchando con todos los medios legales posibles para que Serena vuelva a su casa, como sería su deseo.

En la noche del pasado viernes, Enzo Biagi, el periodista y escritor más escuchado en este país, una especie de conciencia crítica del mundo periodístico, hizo una llamada conmovedora a través de la televisión al jefe del Estado para que indulte al padre de la niña de su delito.

El código del amor

El periódico Il Popolo, órgano de la Democracia Cristiana, se ha movido también a favor del retorno de Serena a los brazos de los que considera sus padres. "La familia que ha adoptado a la niña", escribe el diario democristiano al ministro de Justicia, el socialista Giuliano Vassalli, "ha violado la ley del código, pero no la del amor".

Mientras tanto, a finales de la semana no se sabía dónde estaba la niña, que fue trasladada desde la comunidad donde había sido entregada a otro lugar secreto, para evitar, dicen los jueces, el asalto de los periodistas. El terror de los padres es que la pequeña haya podido ser ya entregada a otra familia.

El padre de Serena ha enfermado, y la madre, enfermera, aparece como una autómata, "sin lágrimas ya para seguir llorando", afirman en el pueblo. La gente dice maliciosamente que si se hubiese tratado de una familia "rica" y no de simples trabajadores, la gracia habría sido ya concedida.

Las "frías razones" de la ley

El pueblo entero de Racconigi, que se ha solidarizado todo este año con la familia de Serena Cruz, se pregunta si en este caso se ha tenido en cuenta el bien de la niña o más bien las simples "frías razones" de la ley. Un editorial de Il Messaggero se pregunta si alguien es capaz de probar que lo que han hecho los jueces ha sido por el bien de Serena, porque en realidad, añade, es verdad que el padre de la niña había infringido la ley, pero también lo es que "desde hace un año es ya -y lo ha demostrado- el padre verdadero de Serena, a quien la pequeña ha reconocido como tal".Los jueces, contra todo y contra todos, después de tres sentencias de apelación y a pesar del interés manifestado en el caso por el mismo presidente de la República, Francesco Cossiga, han permanecido inconmovibles. Su tesis es muy clara y difícil de discutir: por ningún motivo se puede hacer una herida al derecho. Abrir una brecha en la legalidad podría llevar muy lejos. Y, dicen los jueces, ningún magistrado, frente a un delito claro y confesado, puede actuar como si tal delito no hubiese existido.

Se recuerda que la ley de la adopción, ¡que aquí es muy severa, se hizo para evitar el "horrible tráfico de niños" que existía en Italia. Se es duro, se subraya, por el bien de los niños. El padre de Serena había mentido a la ley haciéndose pasar por el padre natural de la pequeña filipina. Quería dar una hermana al pequeño Nasario, ya adoptado legalmente y, temiendo que esta vez no se lo concedieran, urdió la trampa de hacerse pasar por su padre natural.

¿Qué sentido tiene ahora buscarle otros padres? Hay quien ha sugerido que se castigue al padre por su delito, pero sin que tenga que pagar por su pecado, y para toda la vida, la inocente Serena.

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