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Crítica:MÚSICA CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Gran orquesta para un gran violonchelista

La actuación de Rostropovitch en dos conciertos con la Orquesta de Cámara de Noruega ha significado un punto muy alto en la serie que organiza la Universidad Autónoma de Madrid y patrocinan el INAEM y la Campsa. El gran violonchelista (Baku, 1927) no sólo domina hasta lo increíble la técnica en todos sus aspectos sino que, como músico de primerísima categoría, hace de cada versión un acontecimiento. Los autores que interpreta, llámense Bocherini y Haydn, como en este caso, nos llegan "con la expresión intensa de nuestro tiempo", tal y como apuntó certeramente Shostakovitch.Hubo un tiempo en el que era moneda en circulación un concepto: interpretación creadora. Si alguien lo merece plenamente es Mtislav Rostropovitch. Ni siquiera importa nada estar o no estar de acuerdo con las líneas de su estilo, pues él las importe porque las siente y explica, y porque obedecen en todo momento a una imaginación fértil.

Orquesta de Cámara de Noruega

Solista: M. Rostropovitch (vionchelista). Obras de Grieg, Bocherini, Shostakovitch y Haydn. Auditorio Nacional, 16 de marzo.

Gran fiesta musical es oír a Rostropovitch el Concierto en Re de Bocherini, cuyo adagio llenó el auditorio de un aire emocional como rara vez se produce y por cuyo alegro final parece rondar la gracia sustancial de Scarlatti o Soler inserta en formas y soluciones clásico-vienesas. Hasta 1961 no apareció en Praga el Concierto en do mayor de Haydn, después de las investigaciones realizadas por el musicólogo checo Oldrich Pulkert, con lo que el repertorio para violonchelo y orquesta se enriqueció notablemente. No se trata de que la autenticidad de esta obra resulte más indiscutible que la del Concierto en Re, sino de algo más importante: que son más altas su perfección y su belleza. Dos propinas de Juan Sebastián Bach que valieron por otras tantas lecciones clausuraron en clima de triunfo la actuación del violonchelista soviético.

Sería injusto no subrayar la excelentísima calidad de la Orquesta de Cámara de Noruega, que además de colaborar magistralmente con Rostropovitch, ofreció versiones espléndidas de la Suite Holberg, de Grieg, un temprano y bellísimo neoclasicismo, y de la Sinfonía de cámara de Shostakovitch, esto es, su octavo cuarteto, trasladado al conjunto por Rudolf Barshai. En estos pentagramas, los instrumentistas noruegos lograron una versión literalmente insuperable. La respuesta del público fue entusiasta, pero me atrevo a escribir que debía haberlo sido aún en mayor medida.

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