La oposición denuncia "un festival de bonos" de deuda interna
Los títulos de la deuda externa argentina, que supera ya los 60.000 millones de dólares, se cotizaban en los primeros días de marzo a sólo 17 centavos de dólar en los mercados internacionales. Con el ingreso de un año y medio de sus exportaciones, que se calculan en 12.000 millones de dólares, Argentina podría cancelar esa deuda. La devaluación de los títulos coincidió con los conflictos sociales y políticos, en particular con las sucesivas sublevaciones militares y el ataque suicida de un grupo guerrillero al cuartel militar de La Tablada, ocurrido el pasado enero.De todos modos, el país no puede beneficiarse de esa baja en la cotización. Los intereses se calculan sobre el valor nominal, y Argentina debe pagar unos 6.000 millones de dólares al año sólo para que no siga aumentando el capital de la deuda. La necesidad del Gobierno de sostener con reservas propias de divisas su plan económico antiinflacionario hasta las elecciones generales que deben celebrarse el próximo 14 de mayo llevó al equipo económico a declarar una moratoria de hecho. Argentina no paga sus intereses desde abril de 1988 y acumula ya un retraso de 2.300 millones de dólares. "Aunque esto es normal", según declaró el presidente del Banco Central, José Luis Matinea, "porque hemos decidido pagar sólo el 50% de los intereses".
Fuertes compromisos
En realidad, la deuda externa debe entenderse del siguiente modo: el capital nominal nunca se va a pagar y el 50% de los intereses se cancelarán con nuevos créditos. Los economistas de los dos grandes partidos políticos argentinos, peronistas y radicales, están convencidos de que el problema va a tener una .solución política" que contemple el necesario crecimiento económico de los países deudores.
El mayor riesgo para el próximo Gobierno no es la deuda externa, sino la interna. El Estado, obligado a recolectar dinero entre los ahorradores para financiarse, ha contraído compromisos superiores a los 12.000 millones de dólares. La oposición ha denunciado lo que llama "un festival de bonos", pero el equipo económico del Gobierno insiste en seguir colocando nuevas letras. Mario Broderson, secretario de Hacienda, ha reconocido que el déficit de las empresas del Estado es de unos 2.000 millones de dólares, a pesar de los recortes presupuestarios que se realizaron desde que comenzó a aplicarse el plan antiinflacionario, en agosto de 1988.
En este momento los inversores tienen a su disposición ocho títulos públicos en el mercado, además de las series emitidas en años anteriores. La mayoría de las letras se ajusta según la cotización del dólar oficial, especial o libre. Por su parte, los gobiernos provinciales, casi todos en manos de la oposición, han creado también sus propio: bonos de deuda pública. Y algunos gobernadores peronistas decidieron incluso pagar los salarios de la Administración con esos papeles, que circulan -y son aceptados dentro de las provincias como si se tratara de moneda legal, aunque los bancos emisores no tengan suficientes fondos para respaldarlo.
Esa mala de deuda interna es la verdadera bomba de tiempo que heredará el próximo Gobierno, que tendrá que cargar además con la estampida de la inflación artificialmente contenida hasta ahora. Una investigación realizada por el Centro de Estudos de la Sociedad Argentina reveló que el retraso de los salarlos en los últimos cinco años supera en algunos casos, como en el de los maestros, el 135%.
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