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Animales en cuarentena

Las pestes y la nueva enfermedad de los conejos reflejan una precaria situación zoosanitaria

La situación zoosanitaria ha mejorado en España desde nuestro ingreso en la Comunidad Europea. Las campañas masivas de saneamiento ganadero y vacunación emprendidas hace unos años por la Administración han permitido que enfermedades como la tuberculosis, la brucelosis, la leucosis, la fiebre aftosa o la rabia hayan rebajado su incidencia. No obstante, estos éxitos relativos no ocultan los estragos que otras epidemias animales, como la peste porcina africana, la peste equina o la reciente epidemia hemorrágico-vírica de los conejos, están produciendo en estas cabañas.

Las personas implicadas en la sanidad animal consideran que debe hacerse un esfuerzo considerable para alcanzar el nivel zoosanitario de otros países de nuestro entorno, donde enfermedades como la tuberculosis o la brucelosis han sido erradicadas. No se puede olvidar que en España aún se sacrifican más de 90.000 vacas al año afectadas por estas enfermedades, y que hasta las abejas padecen una enfermedad llamada varroasis. En los Presupuestos Generales del Estado de 1981 se dedicaban a sanidad animal 600 millones de pesetas, mientras que este año se van a destinar a ese apartado 8.800 millones de pesetas, que, unidos a los aportados por las comunidades autónomas, harán un total aproximado de 11.000 millones de pesetas."La peste porcina clásica ha sido erradicada", comenta un alto funcionario de la Subdirección General de Sanidad Animal, "la fiebre aftosa y la peste porcina africana están erradicadas en el 95% del territorio español, y enfermedades como la tuberculosis o la brucelosis se encuentran a niveles muy bajos. En este momento no tenemos restricción alguna a la exportación de animales, a excepción de los équidos. En muy pocos años creo que hemos conseguido igualar nuestro estado sanitario animal con el de los países de la CE".

La peste porcina africana, que llegó a España en 1960 procedente de Portugal, es ya un mal endémico en la Península, con el que se nos asocia en el extranjero. No obstante, la Administración ha hecho un esfuerzo en este sentido con la puesta en marcha, en 1985, del programa nacional de erradicación de la peste porcina africana, en el que se han invertido unos 7.800 millones de pesetas. A través de ese programa se han sacrificado en estos años unos cinco millones de lechones, lo que ha supuesto unas pérdidas económicas directas de unos 4.000 millones de pesetas anuales, si bien las pérdidas indirectas han sido cuantiosamente mayores y muy difíciles de evaluar. Gracias a los resultados positivos de este programa, ya sólo se ven afectadas por esta epidemia zonas que se dedican sobre todo a la cría extensiva, y que están repartidas por las provincias de Salamanca, Cáceres, Badajoz, Córdoba, Sevilla, Huelva, Cádiz y Málaga.

Dehesas comunales

"El principal problema que perdura en estas zonas es la existencia de dehesas comunales, donde se mantienen infraestructuras muy anticuadas. Esto facilita, sobre todo en las pocilgas de madera, la proliferación de una especie de garrapata llamada chinchorro que: mantiene el virus y lo propaga con relativa facilidad. En la cría intensiva, por el contrario, el control es mayor y el virus sólo se propaga por contagio directo", afirma una fuente de la Subdirección General de Sanidad AnimaI.El investigador español Eladio Viñuela, que acaba de obtener el premio Severo Ochoa de investigación biomédica por sus trabajos sobre el virus de la peste porcina africana, señala que se ha conseguido aislar una proteína que interacciona con un receptor a través del cual este virus penetra en la célula. "Hemos analizado esta proteína y estamos tratando de obtener cantidades adecuadas de la misma para estudiar su respuesta inmunológica. También estamos identificando mediante ingeniería genética el gen que codifica esa proteína. Esto nos permitirá producir la suficiente cantidad de esa proteína con vistas a ensayar una vacuna. En cualquier caso, antes de dos o tres años no será fácil que la obtengamos".

El primer brote de peste equina se declaró en España en 1966, en la zona del Campo de Gibraltar. Entonces se vacunaron hasta 600.000 cabezas de ganado equino. En 1987 se desató otro foco de peste en la finca El Rincón, en Aldea del Fresno (Madrid), y posteriormente aparecieron animales enfermos y muertos en vanos puntos de las provincias de Ávila y Toledo. En este foco murieron unos 250 équidos y se vacunaron 25.000 animales. Los causantes de esta epidemia fueron al parecer seis cebras y dos burros africanos que llegaron a la reserva de animales El Rincón procedentes de Namibia vía Angola y Portugal.

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Otro foco importante de peste equina surgió en Vejer de la Frontera (Cádiz) en octubre de 1988. Después aparecieron brotes en Medina Sidonia, San Roque y Benalup de Sidonia, en Cádiz, y en Casares (Málaga). En este foco murieron entre 250 y 300 caballos, según veterinarios que siguieron la evolución de la epidemia. Se habló en este caso de una plaga de mosquitos culicoides imicola procedentes de África como vectores de la epidemia, pero también se tuvo en cuenta la posibilidad de que fuera debida a un rebrote del foco del año anterior. Recientemente han muerto varios équidos en la provincia de Cádiz.

Fuentes de la facultad de Veterinaria de Madrid estiman que es muy probable que haya permanecido el virus de un año para otro, porque no se conoce en realidad qué animales pueden ser portadores.

Una fuente de la Subdirección General de Sanidad Animal manifiesta que expertos de la CE, de Estados Unidos y de Suráfrica, tras realizar diversas indagaciones, coincidieron en señalar que la epidemia de 1988 no era un rebrote de la ocurrida en 1987. La misma fuente admite que sigue sin conocerse el vector que transmitió la peste el pasado año y no descarta que fuera algún animal importado de forma clandestina.

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