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Ofensiva de la guerrilla en el Beluchistán afgano

Irán, cuyos intereses por el futuro de Afganistán aumentan a diario, ha entregado grandes cantidades de armas y municiones a los muyahidin combaten en la provincia de Ninbrush, en el Belachistán afgano. Hace unos días, estos guerrilleros iniciaron una fuerte ofensiva contra el Ejército de Kabul, si bien la permanente sombra M gran Beluchistán independiente hará que Pakistán presione a los muyahidin para que esta provincia, fronteriza con Irán y Pakistán, no sea de las primeras en caer en manos de la guerrilla.

Quetta, la capital del Beluchistán paquistaní, ha cambiado su fisonomía durante estos 10 años de guerra. La instalación en Irán del régimen de Jomeini, acaecida casi al mismo tiempo, es otro de los factores de enriquecimiento de la ciudad. Ambos han hecho florecer una vieja clase de esta zona del mundo: los contrabandistas.En el enorme desierto de Beluchistán, las fronteras son difíciles de trazar. A uno y otro lado, viven las mismas tribus, organizadas para sacar beneficio de la desventura. Los camellos han sido sustituidos por vehículos todo terreno, y las tiendas, por amplias casas que crecen como hongos en la nueva Quetta.

La electrónica japonesa es la base de este mercado negro que viene de los países árabes y permite a comunistas y fundamentalistas shiíes o suníes disfrutar de los lujos prohibidos. A ese negocio se ha unido otro mucho más dañino y fructífero: el narcotráfico. Hachís, heroína, opio y todo tipo de alucinógenos circulan por las dunas del desierto y forman parte de la vida diaria de muchos muyahidin.

Narcotráfico

El problema de la droga se está haciendo tan agudo en esta zona que Irán ha pedido a los muyahidin que le ayuden a combatir a la maf1a de los traficantes. La tarea parece difícil porque principalmente el hachís está muy arraigado en muchas de estas tribus y porque, para las guerrillas de esta zona, las únicas autoridades que existen son las tribales.Los siete partidos de la Alianza suní, más un partido shií bastante fuerte en las cuatro provincias fronterizas con el Beluchistán paquistaní, son meros proveedores de armas y municiones. El poder continúa en los jefes de las tribus, y éstos deciden cuándo y cómo sus jóvenes han de unirse a las filas de uno u otro comandante.

En Quetta, los partidos tienen sus organizaciones políticas, pero, a diferencia de Peshawar (capital de la Provincia Fronteriza del Noroeste, en Pakistán), los cuarteles generales son menores, porque están centrados en las operaciones que se realizan en Niribrush, Helman, Kandahar y Zabul. Peshawar, por el contrario, es casi la capital del exilio aigano. A pesar de ello, en Beluchistán vive un millón de los tres millones de refugiados afganos en Pakistán, y la población de Quetta, que apenas contaba con 200.000 habitantes hace 10 años, llega ahora a los 500.000, de los que 100.000 son afganos.

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Frente a esta ciudad colonial, cuyo nombre se deriva del patán -casi el 50% de los afganos son patanes- y significa fuerte, se encuentra, al otro lado de la frontera, Kandahar. La capital de la provincia del mismo nombre y antigua capital de Afganistán fue siempre, por su belleza, la envidia de este antiguo enclave militar en medio del desierto. La liberación de Kandahar es el sueño de los muyahidin, pero, como sucede con Niribrush, Pakistán no tiene ningún interés en que ésta sea nuevamente capital del Afganistán libre.

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