Najisbulá forma un Consejo Supremo para la guerra
ENVIADA ESPECIAL El primer ministro afgano, Mohamed Hasan Sharq, presentó ayer su dimisión en una reunión del Gabinete a la que asistió el presidente Najibulá. El Gobierno guardó silencio sobre las causas de su decisión, y en Kabul se rumorea que Sharq, un independiente, "ha sido obligado" a dejar el cargo. Al mismo tiempo, se ha confiado la formación de un Consejo Supremo de Defensa Civil, presidido por Najibulá, que actuará como Gobierno paralelo de guerra.
Este consejo supremo o gabinete de guerra está formado por los tres vicepresidentes, los jefes militares, altos mandos del Partido Popular Democrático de Afganistán (PDPA) y varios ministros, entre ellos el de Exteriores y el de Defensa.Fuentes diplomáticas aseguran que la dimisión de Sharq simboliza un nuevo "cerrar filas", en torno al PDPA, después de la dimisión, el domingo, de siete ministros que no eran del partido. Sharq fue impuesto por la Unión Soviética como posible sustituto de Najibulá si era aceptado por la guerrilla. La resistencia, sin embargo, no quiso jamás tratar con Sharq, a quien ha calificado de "agente del KGB".
En el actual Gobierno afgano, aún quedan varios miembros que no están afiliados al PDPA: el viceprimer ministro Syed Amanudin Ami, y los ministros de Agricultura, Desarrollo Rural, Finanzas, Justicia y Planificación. También es un independiente el ministro de Asuntos Religiosos, cartera que se creó en octubre y ha estado vacante hasta el pasado domingo.
Los 30.000 miembros del PDPA han sido dotados de armas, a pesar de lo cual el Gobierno pidió a 500 de ellos que se unan a las filas del Ejército para facilitar la seguridad de Kabul.
Este fuerte protagonismo que Najibulá, de 43 años, está dando al partido, se contradice con el nuevo llamamiento hecho ayer al país, para que haya una reconciliación nacional. En medios diplomáticos se afirma que Najibulá, ante la perspectiva de la pérdida de apoyo de la Unión Soviética, ha endurecido su postura y está dispuesto a atrincherarse en la ciudad y resistir hasta el último momento.
El dirigente afgano ha realizado en estos días un llamamiento desesperado a Irán, India, la URSS, las Naciones Unidas y el rey Zahir, para que le ayudasen a formar un Gobierno de reconciliación nacional que evite el baño de sangre que se avecina. Sin embargo, nadie, a excepción de la Unión Soviética, parece estar dispuesto a asociarse con Najibulá ni a apostar un penique por su persona.
El diario paquistaní The Nation informaba ayer que Zahir llegará a Kabul. el 10 de marzo para hacerse cargo de la jefatura del Estado, y que Najibulá y su Gabinete dimitirán para que el ex rey tenga las manos libres para formar su propio Gobierno. "Si el rey Zahir se presta a ese juego, la resistencia en pleno se le revolverá y perderá, incluso, el apoyo de los monárquicos", dijo el ingeniero Mahmod, que comanda la guerrilla del Hezbi Islami de Yunus Jalis en Jalalabad (este de Afganistán).
Rebelión en el Shura
"El rey Zahir es un agente soviético y es tan inaceptable como Najibulá. Él es el responsable de los sufrimientos de nuestro país por no haber cortado la influencia soviética durante su reinado, como le advertimos nosotros", afirma Sur Gul, portavoz del más radical de los líderes de la resistencia, Buguldin Heckmatiar.
Por otra parte, ayer hubo una rebelión de 70 comandantes de la guerrilla en el Shura (consejo consultivo afgano) que se celebra en Jalalabad. Los comandantes, liberados por Jalaludin Hakani, decidieron formar un comité para resolver las diferencias que enfrentan a los líderes políticos sobre el futuro Gobierno de Afganistán. Fuentes diplomáticas afirman que los rebelados exigieron la firma de un documento que deja la formación del Gobierno de transición en las manos de un comité de 14 miembros: un comandante y un maestro religioso por cada partido.
Entre los comandantes existía un claro malestar por la inoperancia de los dirigentes políticos para ponerse de acuerdo y dar "una respuesta ejecutiva a la victoria militar lograda con la expulsión de los soviéticos". La actuación de los comandantes es el hecho más significativo del Shura y refleja el sentimiento de muchos muyahidin y refugiados que aspiran a tener un Gobierno islámico como alternativa al de Kabul.
Después de 11 días de reuniones, los más radicales de la alianza muyahidin continuaban empeñados en que el Gobierno de transición lo encabezara Ahmed Shah, lo que ha estado a punto de dividir definitivamente la alianza. Ni los moderados, ni muchos de los 450 participantes en el Shura, estaban dispuestos a tener como jefe de Gabinete a un ingeniero del que lo único que se sabe es que es el hombre de paja de Buguldin Heckmatiar, y que estaba afiliado al Islami Islami.
[La policía y las tropas gubernamentales afganas, informa Efe, tienen orden de disparar contra todos aquellos periodistas que sean sorprendidos en actitud sospechosa en territorio de Afgánistán, según anunció ayer un portavoz del Gobierno de Kabul].
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