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La ciudad atascada

El incremento de las multas de tráfico pretende acabar con el caos circulatorio en Cuenca

Cuenca ha dejado de ser un paraíso para aquellos que hacían caso omiso de las normas y señales de tráfico. Hasta el pasado día 1, en las intrincadas calles conquenses era posible dejar el coche en la acera o en doble fila por la médica sanción de 500 pesetas, que además, y salvo excepciones, no se pagaba. La benevolencia municipal ha terminado, y el cuadro de multas ha crecido, multiplicándose en algunos casos por 10.

Los problemas del tráfico en Cuenca, similares a los de cualquier otra ciudad con un gran crecimiento del número de vehículos, se ven aumentados por el complicado entramado callejero de la ciudad antigua y la escasez de aparcamientos y medidas disuasorias que inciten al uso del transporte colectivo también necesitado de renovación. El desarrollo turístico de la ciudad es otro de los factores que han aumentado el caos del tráfico.El retraso de la normativa municipal para adaptarse a la realidad ha sido considerable. La ordenanza reguladora del tráfico vigente hasta ahora tenía una antigüedad de 20 años. Fue dictada cuando el número de vehículos que circulaban por Cuenca no llegaba a unos pocos centenares y cuando 500 pesetas de multa podía considerarse una sanción ejemplar.

La nueva ordenanza, aprobada el pasado mes de mayo y que ahora ha entrado en vigor, acomoda la regulación interna del tráfico conquense a lo estipulado en el Código de la Circulación y establece un cuadro de multas que van desde 1.000 a 10.000 pesetas.

Exceso de velocidad

El exceso de velocidad sobre los límites establecidos puede llegar a recibir la sanción máxima de 10.000 pesetas, pero detener el vehículo en uno de los numerosos lugares prohibidos será multado con 1.000 pesetas el doble de lo que estaba vigente.Más cuantiosas son las multas previstas para infracciones sobre las limitaciones de estacionamiento, que pueden llegar a ser de 4.000 pesetas si el infractor deja libre para la circulación rodada una anchura inferior a la de un carril.

La entrada en vigor de la nueva ordenanza no ha preocupado especialmente a la población porque el sistema generalizado de incumplimiento de este tipo de sanciones no parece que vaya a ser alterado. El único factor disuasorio es la grúa, que suele mantener una actividad incansable a lo largo del día, pero su precio se mantiene en 3.000 pesetas.

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Fuentes del Ayuntamiento han reconocido que el cobro de las multas no llega al 25% de las sanciones impuestas. Durante 1988, la cantidad percibida fue de 1.780.000 pesetas, a la que hay que añadir los algo más de ocho millones cobrados a través de la grúa. Se calcula que en 1989 el Ayuntamiento triplicará los ingresos por sanciones de tráfico.

La entrada en vigor de la nueva ordenanza no parece que vaya a regular por sí sola el conflictivo problema del tráfico en la ciudad. De hecho, el panorama en los primeros días del mes demuestra que nadie ha corregido sus comportamientos por la amenaza de tener que pagar 1.000 o 2.000 pesetas más. Sin embargo, estas nuevas medidas son el anuncio de otras que intentarán, en los próximos meses, corregir una situación que, según muchos, amenaza con provocar el caos en la ciudad.

Como primera medida, se va a construir un aparcamiento a la entrada a Cuenca desde Madrid, con cabida para 300 vehículos, con el fin de que los numerosos visitantes que llegan desde la capital puedan dejar su coche y visitar a pie la ciudad monumental.

La segunda medida, dirigida a los residentes, entrará en vigor en marzo, cuando empiecen a funcionar los nuevos autocares urbanos que prolongarán el recorrido de las líneas actuales.

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