_
_
_
_

Las huellas de los debutantes

Siete jóvenes cineastas presentarán en Madrid sus primeros mediometrajes

Andrés Fernández Rubio

La señal dejada por un pañuelo en el cuello, un número de teléfono escrito en la carne a bolígrafo, la marca que deja en el ojo un telescopio cuyo punto de mira ha sido embadurnado, un dibujo en una espalda, un arañazo y una señal en forma de reloj sobre la frente. Siete huellas. Como si de un taller académico se tratara, siete jóvenes debutantes han filmado sendos mediometrajes con la palabra huella como referencia obligada. La idea partió del productor Elías Querejeta. A partir de mañana se podrán ver los resultados en el cine Alcalá Palace de Madrid.

Hay muchas formas de hacer un travelling, o desplazamiento espacial de la cámara, generalmente sobre ruedas. José Luis Acosta, jienense, de 27 años, rodó hace tiempo uno de sus primeros cortometrajes con negativos casi pasados y realizó el travelín en un dos caballos que se quedó sin gasolina. Nadie tenía dinero para reponerla.Jesús Ruiz, madrileño, de 27 años, ha hecho el mismo viaje cinematográfico con la cámara a bordo de un carrito de supermercado. Julio Medem, el mayor, donostiarra, de 30 años, empleó una vez una silla de ruedas. En estos dos casos, al menos no se acabó la gasolina.

De los negativos casi estropeados del super 8 han pasado a los 35 milímetros de superlujo; del carrito de Jumbo, a la producción millonaria. Con un presupuesto de algo más de 100 millones de pesetas, y con la ayuda y compra de derechos de antena por parte de Televisión Española, Elías Querejeta ideó hace dos años Siete huellas, cuyo primer paso fue un guión de su hija, Gracia Querejeta, actriz de 26 años, que pudo así dirigir por primera vez y que de alguna manera ha sido la catalizadora del grupo.

Es la única mujer, y tanto ella como los seis restantes no rechazan ser considerados como unos elegidos. "No se ha reparado en medios", dice José Luis Acosta. "Me considero un privilegiado con respecto a la gente de nuestra edad que quiere hacer cine y se enfrenta a un panorama desolador. Convendría que tras este trabajo la industria reaccionase, que esto no fuera un hecho aislado. Pienso que es importante que siete personas hayamos entrado profesionalmente en el mundo del cine".

Puerta de entrada

¿Y cuál ha sido la puerta de entrada? Gracia Querejeta es parte importante de la clave, "aunque siempre como mera intermediaria", dice. Ella conocía a Nacho Pérez de la Paz, de 25 años, pues ambos estudiaron Geografía e Historia. A su vez, Nacho era amigo de Jesús Ruiz, quien se integró en el grupo.

Gracia Querejeta viajó a la Semana de Cine de Murcia y se encontró a un viejo amigo que resultó ser primo de Juan Manuel Chumilla Carbajosa, murciano, de 27 años. Tras las presentaciones, Chumilla, que ha estudiado en la Escuela Experimental de Cinematografía en Roma, entró en contacto con Elías Querejeta. Chumilla, por su parte, hizo la presentación de su amigo José Luis Acosta.

Gracia Querejeta viajó más tarde al festival de cortometrajes de Bilbao, donde fue premiado su trabajo Tres en la marca. Entre los demás galardonados estaba Julio Medem, que conoció a Gracia y, gracias a ella, a Elías Querejeta.

Jaime Botella, de 25 años, es la excepción: fue directamente a pedirle trabajo al productor. Todos ellos tenían alguna experiencia en el mundo del cine, excepto Nacho Pérez de la Paz, imibuido en un doctorado sobre arte medieval. Curiosamente, su película, titulada Fugaz, es una de las mejor resueltas. Durante los rodajes, prácticamente todos desarrollaron alguna función en los trabajos de los demás. Así han podido seguir el proceso cinematográfico al completo y aprender. Una academia. Elías Querejeta, en un segundo plano, asesoró. El proyecto de su hija quizá haya resultado el más perjudicado, pues fue el primero en realizarse. Ella no se queja: "Todos estamos bastante contentos. Creo que hay cierto nivel en general".

Parece cierto lo del nivel general, a juzgar por cuatro de los siete filmes que han podido ser vistos ya. En ellos se aprecia que la forma está por encima del contenido, algo bastante frecuente, por otra parte, en las artes audiovisuales actualmente. El guión ha sido el gran culpable. "Lo más difícil, y creo que puedo hablar en nombre de todos", dice Chumilla Carbajosa, "ha sido la fase de guión. Conseguir un buen guión es fundamental".

Guionistas

Jesús Ruiz habla del guión como de "lo más complicado y costoso". También Jaime Botella y Julio Medem están de acuerdo. Para Gracia Querejeta, "el guión tiene sus reglas, que son mucho más difíciles de definir y de aprender que la parte mecánica. El montaje, por ejemplo, en el fondo es un puro mecanismo. En 20 días puedes hacerte una idea aproximada de la parte técnica. Sin embargo, el guión se rige por unas reglas mucho más sutiles, y hay cosas que en la vida real funcionan y que en el cine tienen una traslación casi imposible. Por otra parte, si en España son pocos los cineastas, el núcleo de guionistas es el más escaso".

Aunque la autocrítica de la mayoría esté referida a lo que José Luis Acosta llama la fase "de papel y lápiz", el buen resultado formal de los mediometrajes realizados hace que Jaime Botella se atreva a decir que "los productores se pueden fiar", criticando así a una industria más tentada por la seguridad que por la apuesta.

"En España se va a lo seguro en la producción", dice Chumilla Carbajosa, quien ve una salida para los aspirantes a cineastas en una labor promocional del cortometraje por parte de las instituciones.

Acosta, por su parte, ve una salida "evidente" de aprendizaje en el medio televisivo. Gracia Querejeta habla de soluciones globales: "El cine ha de verse como industria; hay que coproducir con Europa y hay que coproducir con las televisiones".

Todos dicen que ha habido más autocrítica que crítica con respecto al trabajo que se ha englobado bajo el nombre de Siete huellas. Afirman no poder ser objetivos con los resultados que a partir de mañana -con la proyección de tres de los mediometrajes- y en los días siguientes -los siete, en sesión continua- se podrán ver en Madrid. A todos, incluido Nacho Pérez de la Paz y su doctorado en arte medieval, este proyecto -entre las audacias creativas y el susto posterior- les ha servido para afirmarse en su futuro como profesionales de la imagen en el campo que sea. Un futuro que ninguno dice tener claro, aunque de pronto aparezca en la habitación en la que están reunidos Elías Querejeta. Abandona su segundo plano y, después de decir paternalmente que "son todos muy listos", asegura que "esto tendrá continuidad".

Argumentos

En El reloj, de Jaime Botella, el personaje principal, descendiente de un fabricante de relojes del siglo XVI, tendrá que enfrentarse y tratar de resolver un enigma que se cierne sobre dos relojes construidos por su antepasado.En Fugaz, de Nacho Pérez de la Paz, el enigma se presenta en una casa: es un viajero que llega. Se trata del padre del niño que vive allí, pero éste no lo sabe. El niño, aficionado a mirar a las estrellas a través de un telescopio, intuye que algo extraño sucede en el mundo adulto formado por su familia y el visitante.

En El número marcado, de Chumilla Carbajosa, Miguel es un aprendiz de mago, Isabel una modelo y Ana una bruja. A Miguel le gustan los juegos de cartas, y también le gusta Ana, aunque sólo hayan pasado una noche juntos.

En Martín, de Julio Medem, la madre de un niño apaga la televisión cuando éste veía una escena en la que una mujer estaba a punto de ser tiroteada. Al día siguiente, la mujer aparece en el inmueble en el que vive el niño, que intentará saber quién es la extraña.

En secreto, de Jesús Ruiz, presenta a un joven que vive rodeado de bonsais. Su vida monótona cambia cuando llega Chiyoko y le deja, durante la noche, una huella en la espalda.

En El pañuelo de mármol, de José Luis Acosta, una joven es elegida para protagonizar una película y exige rodar siempre con un pañuelo blanco en el cuello. En Tres en la marca, de Gracia Querejeta, un dibujante traza calaveras, una calavera está marcada en el rostro del narrador, y la calavera está también en el anillo del enmascarado. Tres personajes en la marca.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_