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Asesinado el máximo dirigente sindical minero de Perú

Cuatro balazos por la espalda acabaron en la noche del pasado lunes con la vida del máximo dirigente sindical de los mineros peruanos, Saúl Cantoral. El asesinato, en un descampado del populoso sector periférico limeño de Cantogrande, ha producido durante las últimas horas una fuerte conmoción en los sectores laborales y políticos locales, sin que se conozcan aún los autores del crimen, que se sospecha pertenezcan al misterioso grupo de extrema derecha Comando Rodrigo Franco.Cantoral, llegado al liderazgo desde las simas mineras que son la mayor riqueza de este país suramericano y de donde se extraen las divisas de la exportación tradicional, era quizá uno de los sindicalistas peruanos más ligado a sus bases y con un carisma ganado desde su condición de obrero.

Sobre todo a partir de la mitad del año pasado, su notoriedad sindical, fuertemente cimentada en dos convocatorias de huelgas indefinidas que se prolongaron por más de tres meses, ganó terreno en un movimiento de resistencia masiva que trajo decenas de mineros hasta la capital peruana, donde ocurrieron graves enfrentamientos con la policía, que reprimió sistemática y contundentemente a los mineros.

En enero pasado el propio presidente, Alan García, firmó la ley de jubilación minera como parte de las reivindicaciones conseguidas por los mineros en diciembre anterior. Sin embargo, en los últimos días se rumoreaban nuevas protestas por parte de éstos, no sólo por el malestar sindical actual, ocasionado por las graves secuelas laborales y salariales resultantes de la crisis económica, sino porque parece que no se cumplen algunas demandas exigidas en el pasado.

Durante la prolongada huelga minera del año pasado, que produjo pérdidas por encima de los 300 millones de dólares, según cifras oficiales, los empresarios y propietarios de centros mineros desarrollaron una costosa campaña publicitaria en todos los medios de comunicación en la que se llamó a los mineros desestabilizadores y se hizo coincidir una afirmación del ministro de Energía y Minas, José Carrasco Távara, que les acusaba de estar infiltrados por el proscrito grupo maoísta de Sendero Luminoso. Ambos hechos fueron rechazados por Cantoral y el poderoso sindicato metalúrgico.

El lunes, el sindicalista fue asesinado junto con una mujer aún no identificada, a la que los asesinos atropellaron con un automóvil. Encima de los cadáveres se encontraron papeles con la hoz y el martillo e inscripciones como "así mueren los soplones", que sugeriría un atentado por parte de los senderistas.

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