Cuando el río suena
Dicen que "cuando el río suena, agua lleva", y debe ser verdad. Tanta algarabía por unas tetas es síntoma de que son tropel el número de fantasmas que despiertan en este viejo país de caza de brujas, hogueras, demonios, beatas y sacristanes.No hay esperpento mayor que la puesta en escena de las fuerzas políticas vociferando cuando una señora actriz representa un número de vedette en la calle de Ferraz, cuando en otras ocasiones esta misma actriz ha actuado en otrass fiestas también políticas, como las del PCE.
Para más inri, resulta que el consejo conmemoraba la consecución de la famosa cuota del 25% de las mujeres del PSOE, y, por lo visto, lo más apropiado hubiera sido solicitar la presencia de alguna insigne sufragista, o tal vez de alguna trompetista del ejército de salvación.
El río suena -claro que suena- a pertinaces censuras, a terrores ancestrales respecto a la mujer y al cuerpo.
¿Qué les pasa señoras y señores?
El miedo no es a una mujer objeto, que a eso están bien acostumbrados, sino a una mujer sujeto, que piensa, que es autónoma, que lucha por la liberación también del cuerpo, pero sobre todo de la mente y de la autodeterminación, y que no está dispuesta a aceptar ningún límite en el escenario.
¿Acaso se intenta negar el calificativo de feminista a la mujer que no se adapte al pacato pudor impuesto por las reglas patriarcales?
¿Sigue siendo Bernarda Alba el arquetipo de la mujer española?
El río suena, ciertamente, pero el agua que fluye por los caudalosos ríos de la piel de toro sigue siendo agua bendita. Ésa es el agua que suena.-
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