La humildad del éxito

La actuación que inició la serie de seis conciertos que ofrecerá el grupo catalán El Ultimo de la Fila en Madrid era una especie de confirmación de alternativa. Desde octubre de 1986 no había pisado los escenarios madrileños como cabecera de cartel, y Manolo García y Quimi Portet, almas del grupo, demostraron que han sabido mantener el espíritu inicial de su música, sin dejarse atropellar por el éxito.Mucho han cambiado las cosas para el grupo catalán en los dos últimos años. Más de 600.000 discos vendidos, actuaciones por toda España y, en este momento, las chequeras de casi todas las compañías discográficas a su disposición para contratarle por cifras millonarias. En estas circunstancias, conservar los principios, respetar al público como protagonista y ser fieles a una línea constituye la excepción, y El último de la Fila ha conseguido mantener estos tres aspectos al tiempo que ha mejorado considerablemente su nivel artístico.

El éxito del grupo consiste en llevar al público a su terreno sin ofrecer concesiones, para a continuación, destruir las barreras con este público, situándose a su alcance y haciéndole partícipe de una música absolutamente española y unos textos de ternura desesperanzada, distanciamiento de los valores materiales y negación de cualquier tipo de rendición ante lo inevitable. Es en su alejamiento del estándar imperante y en la capacidad de elevar el concepto cualitativo de lo comercial donde radica la mayor aportación de El último de la Fila, además de la personalidad de su música y sus excelentes dotes interpretativas.

Su concierto en Madrid mostró los enormes avances que el grupo ha realizado en sus actuaciones en directo. Mantiene esa energía primaria tan difícil de conservar con el tiempo y el éxito y un contacto inmediato y natural con el espectador que aleja y hace olvidar su teórica condición de estrella. No opta por el folclorismo fácil y mantiene una actitud en escena sobria y ajustada. La inclusión del guitarrista flamenco Juan Manuel Cañizares ha enriquecido su directo, permitiendo mayor libertad de acción a Quimi Portet y, sobre todo, a Marc Grau, lo que aumenta la consistencia de sus canciones y la nitidez de los arreglos.

Además, presentó en Madrid a su nuevo técnico y equipo de sonido, que han aportado una nueva dinámica a su música. Se apreció un tratamiento más presente de todos los instrumeritos -especialmente en teclados y guitarras- y un sonido más compacto y agresivo que mejora considerablemente su directo, a pesar de las deficientes condiciones acústicas del Pabellón del Real Madrid. Este nuevo planteamiento sonoro, más apropiado a sus necesidades, disminuye el riesgo de monotonía que puede afectar a EI último de la Fila, especialmente por la similitud de tratamiento rítmico en muchas de sus canciones.

El concierto finalizó con la entrega que le caracteriza, bises ofrecidos con generosidad y Manolo García cantando sentado en un silla tras lesionarse su pierna derecha en una de sus características carreras por el escenario. Fue la excelente confirmación de alternativa de uno de los grupos fundamentales de la música popular española de esta década y el que mejor ha sabido mantener a su público al alcance de la mano, conservando la humildad del éxito.