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Retenciones de sube y baja

La decision de aplicar una falsa rebaja del 4% en las retenciones del impuesto sobre la renta ha sorprendido a propios y extraños. Si hace unos días se hubieran admitido apuestas nadie, fuera de un reducidísimo círculo de personas, habría conseguido un pleno. Lo que se esperaba era una subida de las retenciones y, sorpresas te da la vida, resulta que aparentemente han bajado.El anuncio realizado oficialmente ayer sobre las retenciones se produce tres días después de que la autoridad monetaria pusiera en marcha drásticas medidas destinadas a limitar la demanda interna. No se utiliza, de momento, la terapia fiscal y sí la monetaria como tratamiento para controlar la inflación. El cuadro clínico es una inflación que deberá reducirse prácticamente a la mitad: del 5,8% en 1988 al 3% en 1987, y una demanda interna que tira más de lo que permite este objetivo.

En el Ministerio de Economía ha habido sus más y sus menos hasta llegar a la decisión del tratamiento a aplicar. En el área de Economía se ha puesto en duda la eficacia de las medidas monetarias si por el lado fiscal se suelta la mano. Subir las retenciones significaría que la mayoría de los ciudadanos tendrían menos capacidad de compra, lo que reduciría el consumo de una manera inmediata.

Inversión y empleo

Sin embargo, las medidas monetarias tienen efecto en un encarecimiento del crédito tanto en el mercado interno como en el exterior. Quien más lo van a notar son las empresas, ya que si deciden endeudarse para invertir lo van a pagar más caro, lo que en volúmenes importantes puede hacer reconsiderar estas inversiones, e incluso retirarlas hasta tiempos mejores. También puede ocurrir que las empresas decidan en vez dé autofinanciar sus inversiones productivas dedicar sus fondos a inversiones financieras. Si la inversión real se ralentiza, el empleo se resiente. Por añadidura, se puede producir un efecto no deseado: con unos tipos de interés altos en el interior, la entrada de dinero caliente puede anirmarse aún más con lo que no se acaba de romper el círculo vicioso.Por el contrario, si alguien tiene decidido que necesita comprar un coche o una casa, no va a echar marcha atrás porque el crédito le cueste muy pocos miles de pesetas más al mes.

Aumentar las retenciones habría tenido una lectura política que, en estos momentos, nadie quiere remover. Con la concertación a punto de defunción y la negociación colectiva en puertas, apretar la tuerca fiscal habría calentado todavía más los ánimos.

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