El Gobierno conservador británico presenta su plan para privatizar la sanidad pública
El Gobierno británico presentó ayer en el Parlamento sus revolucionarios planes para modificar el National Health Service (sanidad pública), basados en la introducción de un sistema de gestión de estricto corte empresarial enfocado a obtener el máximo rendimiento de la inversión. Médicos y hospitales tendrán que mirar al céntimo sus gastos.
La reforma de la sanidad es una de las más delicadas a que se enfrenta Margaret Thatcher, pues en el país está muy extendida la creencia de que el NHS no necesita cambios. Thatcher va a introducir las leyes del mercado en la provisión de servicios sanitarios, con la incentivación del máximo beneficio. La críticas, no sólo desde los escaños de la oposición sino desde la profesión médica, hacen hincapié en que las prioridades van a pasar del paciente a la obtención de buenos resultados económicos.Hospitales y médicos de familia van a ser los dos pilares sobre los que se va a construir la reforma, la mayor a que hace frente el NHS en sus 40 años de historia. Aquéllos realizarán su propia gestión y estarán capacitados para vender sus servicios a los responsables de la sanidad, quienes, a su vez, tendrán libertad de enviar pacientes a los centros que ofrezcan una mejor relación calidad-precio. El rendimiento del personal hospitalario será escrutado con lupa y en función de él se darán pluses que pueden doblar el sueldo.
A los 32.000 médicos de familia del país se les echan encima nuevas responsabilidades. Para empezar, los 1.000 consultorios existentes con más de 11.000 pacientes (que atienden a la cuarta parte de los británicos) tendrán sus propios presupuestos, con un promedio de 130 millones de pesetas, para servicios externos. No podrán exceder en un 5% los gastos. Habrá mayor control de los 400.000 millones que cada año se gastan en medicinas. Los mitad de los ahorros presupuestarios revertirá en los consultorios.
Hay otras reformas todas ellas encaminadas a introducir una moral de gestión empresarial en el sistema, cuyos detalles se irán conociendo a lo largo de los próximas dos semanas. Los pacientes podrán obtener servicios extras si pagan por ellos.
El ministro de Sanidad, Kenneth Clarke, dijo que los cambios que se buscan intentan conseguir un NHS "preparado para el futuro". Pero el portavoz de la oposición en la materia, Robin Cook, replicó que tales planes son "la receta para una sanidad controlada por contables y por gente que siempre antepondrá un balance sano a la sanidad de los pacientes".
Ante una Cámara de los Comunes repleta y que siguió con aplausos y abucheos el enfrentamiento verbal entre ambos, Clarke replicó que "no se puede despreciar el valor de la aplicación de disciplinas de gestión a los servicios públicos".
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