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Manuel García Martín

Vidrieras, estatuas y portales modernistas de Barcelona

Hace 21 años se enamoró de las farolas de su ciudad y, como si estuvieran condenadas a desaparecer en una semana, las dibujó y almacenó en un museo de tinta y papel. Hasta 1976, los dibujos aguardaron bajo un dedo de polvo la llegada de alguien que se decidiera a dar a conocer esta parte de la historia de Barcelona, y el mecenas llegó. Desde entonces, Manuel García Martín y el mecenas, una empresa catalana, han arrancado a la ciudad el arte de la calle en 10 libros: las estatuas que nadie conoce, las vidrieras, los portales modernistas, los edificios singulares, los comercios con carisma, los relieves escultóricos y los secretos de la casa Lleó i Morera.

Manuel García nació hace 64 años y de pequeño se le antojó que de mayor quería ser pintor. Lo hizo con tanto deseo que lo fue, pero además fue escultor, diseñador y por fin historiador. García esconde, tras esas gafas que incesantemente levanta para ver de cerca, la sincera modestia de quien prefiere permanecer en la sombra. Intenta guardar el mismo anonimato que los maestros del románico.Una variada colección de sus obras se encuentra repartida entre varias empresas y escuelas religiOsas de la ciudad. Fue profesor de dibujo en La Salle de Bonanova, uno de los colegios favoritos de la burguesía catalana. García no desaprovechó la oportunidad e hizo, con un estilo muy personal, la capilla de la escuela. Pero además aprovechó, recuperando un vicio de muchos pintores consagrados, para incorporar entre las figuras de los frescos de la pared a varios de sus alumnos y compañeros de profesión. "Mire, mire: este niño rubito es ahora uno de los principales joyeros de la ciudad, y éste, uno de los profesores de la escuela", comenta tras sacar de un cajón montones de fotografías de sus obras.

Pero García habla con especial pasión cuando se refiere a los libros. En 1967 dibujó varias farolas en un mural destinado a la entrada principal de una empresa barcelonesa. Entonces descubrió los detalles de la ciudad e inició una vida de aventurero entre los casi siempre difíciles archivos del material olvidado. Descubrió que las farolas eran mayoritariamente francesas y viajó a París. "Regresé con nueve kilos de documentación debajo del brazo", recuerda.

Llamó a todas las puertas y no encontró colaboración. Hasta que un día decidió proponer a Pere Durán Farell -entonces presidente de Catalana de Gas, y a quien no conocía de nada- la realización de la primera de las obras. Hacía 150 años que en la Lonja de Barcelona se había experimentado por primera vez con las farolas de gas, y el aniversario sensibilizó a Durán Farell, quien aceptó.

A esta obra le han sucedido nueve más. Todas ellas han precedido siempre en el tiempo a las sucesivas campañas municipales de recuperación de la ciudad, por lo que el trabajo de buscar documentación ha sido siempre especialmente difícil. García afirma que "esto es como ir a buscar setas: sabes dónde puede haber, pero no sabes si encontrarás". "Se trata de hacerse el simpático con los responsables del archivo", comenta. Y como suele ser habitual en este tipo de historias, no falta entre las anécdotas de García el día en que encontró archivados en un retrete documentos sobre el Palau de la Música de Barcelona, que le sirvieron para uno de sus libros.

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