Un centro coordinador de urgencias
El reciente informe del Defensor del Pueblo sobre las urgencias sanitarias ha abierto un debate sobre la sanidad cuyas consecuencias ideológicas están por ver. La situación de los servicios de urgencia en los hospitales no es separable del conjunto de la atención sanitaria. La llegada de una persona a un servicio de urgencia tiene un fuerte componente subjetivo. Ante cualquier situación de enfermedad hay quien no le da importancia y hay quien cree estar muriéndose.La primera obligación de¡ sistema sanitario es seleccionar rápidamente la situación que de verdad requiere urgente asistencia. Para ello se hace necesario un centro coordinador de urgencias, con recepción centralizada de llamadas (¿un teléfono de tres cifras?), con un equipo técnico-sanitario detrás capaz de hacer una primera selección y de poner en marcha los dispositivos asistenciales adecuados a cada caso.
Esta primera selección podría clasificar a los enfermos en tres bloques:
1. Situaciones de urgencia vital. La situación dependerá de cada caso, pero en su inmensa mayoría consistirá en el desplazamiento de una unidad móvil medicalizada al lugar donde se encuentre el enfermo para practicar un soporte vital y trasladarlo a un centro hospitalario. Estas unidades tendrán su base principal en los hospitales cabeceras de área. La Comunidad de Madrid deberá disponer de unidades fuera de los hospitales.
2. Urgencias sin peligro para la vida del enfermo. Cólicos nefríticos, hepáticos, etcétera. Estas situaciones, que requieren asistencia sanitaria rápida, deberán ser solventadas desde la atención primaria, con un régimen de atención continuada (guardias).
3. Situaciones no urgentes, que no deben esperar a los dispositivos ordinarios. Este bloque supone en la actualidad el 90% de las peticiones de asistencia urgente, y debe ser abordado desde la atención primaria, utilizando el citado centro de comunicaciones.
Atención primaria
En todo lo dicho juega un papel determinante la estructura de atención primaria. En primer lugar, porque debe generar la confianza de los usuarios y de los profesionales sanitarios, si se quiere que los enfermos dejen de acudir a las urgencias hospitalarias ante cualquier eventualidad. En segundo lugar, porque el sistema de atención continuada que se propone plantea problemas organizativos perfectamente solucionables. Esta alternativa permite una asistencia personalizada, desmasificada y sin colas.
El hospital seguirá siendo una pieza imprescindible y deberá mejorar los espacios dedicados tanto a la asistencia como a la espera. Debe recordarse que en España se dedica el 4,8% del PIB al gasto sanitario público. Proporción que sigue colocando a España en el furgón de cola europeo.
Para finalizar, hay que destacar que lo expuesto requiere la coordinación de todos los centros e instituciones que intervienen en la atención sanitaria urgente. Éste es un problema que resulta -siempre complejo, pero en España hay que añadir la complejidad derivada de la existencia de distintas redes sanitarias de dependencia diversa. Esto es claro en comunidades autónomas que, como la de Madrid, no tienen transferidas las competencias sanitarias del Insalud. En estas comunidades, y mientras no se produzcan las transferencias, es absolutamente imprescindible avanzar hacia fórmulas de gestión y administración compartida que garanticen una perfecta coordinación de todos los dispositivos asistenciales.
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