Procesamientos a profesionales

En fechas recientes, la Audiencia Provincial de Santander ha dejado sin efecto el procesamiento incoado a dos médicos especialistas del hospital Valdecilla por un presunto delito de imprudencia profesional.Como uno de los implicados en dicho procesamiento, creo que es el momento de verter algunas consideraciones sobre la amarga experiencia vivida y que a tenor de los tiempos que corren, puede ser sufrida con mayores o menores consecuencias por otros muchos profesionales.

Quiero dejar sentado de antenano que mi confianza inicial en los mecanismos de la justicia ha quedado confirmada plenamente en razón a la extinción del proceso penal que pesaba sobre mi persona.

Sin embargo, huelga decir que el daño moral que me ha ocasionado tanto el procesamiento en sí como su amplio reflejo en los medios de comunicación no ha podido ser aliviado por la revocación del procesamiento ni por las múltiples muestras de solidaridad que he recibido de mis compañeros.

Por este motivo, quiero llamar la atención sobre lo que considero una manifiesta indefensión de la imagen del profesional ante las opiniones de otro profesional -juez instructor- que, aunque estén basadas en indicios racionales, sirven de punto de partida a un proceso extrajudicial, periodístico, que es el que realmente castiga sin condena previa y contra el cual la absolución no sirve de lenitivo a la pena ya sufrida.

Bien es cierta la necesidad que tienen los jueces de procesar por indicios racionales, confiando en los mecanismos de garantía constituidos por los sucesivos procedimientos de apelación y vista pública; tales mecanismos aseguran un perfecto derecho a la defensa del procesado. Pero también es cierto que, cuando se trata de juzgar las actuaciones de profesionales especializados, los elementos indiciarios de culpabilidad han de ser contemplados desde el prisma del conocimiento de la técnica empleada por dichos profesionales.

En ninguna forma trato de ofender cuando opino que difícilmente un profesional conoce a fondo el trabajo de otro y que, por tanto, un juez difícilmente puede entrar a valorar la bondad o maldad del trabajo de un médico si no media antes el informe de una comisión de expertos que le asesore desde el punto de vista técnico sobre el particular.

Y digo una comisión de exper-

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tos porque, ante la gran especialización que viven hoy día las profesiones superiores, malamente una sola persona puede ejercitar un peritaje o investigación correcta a menos que se trate del tema de su propia especialidad.

Estoy convencido que, para bien o para mal, las demandas contra los médicos se van a multiplicar en el futuro, y que esto no refleja más que la evolución de una sociedad que demanda -exige- mejores servicios de toda índole. Quiero pensar que este fenómeno que ya empezamos a vivir redunde en que los mecanismos depuradores de responsabilidades y, por tanto, controladores de la calidad se armen de los instrumentos de asesoramiento técnico necesarios para ejercer un mejor control de la calidad de los servicios públicos y, por tanto, practicar una justicia moderna y eficaz.

No quiero imaginarme para el futuro una invasión de noticias en los medios de comunicación sobre investigaciones y procesamientos a los profesionales que posteriormente, a la luz de los peritajes especializados, se queden en inocencias o falta de pruebas.

Porque para entonces el mal causado ya no tiene remedio.- Miguel Encinas Charro. .