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Cosmopolitas y psicópatas

Para Tomeo, sus personajes, además de cosmopolitas, son, dice, psicópatas: pero no se trata de enfermos reales, sino literarios. Recurre a la locura como otros escritores a la imagen poética: "La locura es, para mí, un recurso expresivo, una hipérbole que me permite analizar a los personajes a través de una lupa, de un microscopio. Al estilo de las pinturas negras de Goya, que van más allá del simple parecido. El pincel se convierte en bisturí que descubre motivaciones, complejos, traumas " . Pero la lupa de Tomeo está teñida también de ironía: "La pretensión de dogmatizar es muy grave. La ironía ayuda, echa azúcar en el jarabe amargo de la realidad. Me ha salido bien esta frase, ¿eh?: apúntala, apúntala". Y esa lupa, antes de aumentar el tamaño de bichos psicópatas moviendo las patas en situaciones límite, se estrenaba en delirios surrealistas: "Cuando era joven escribía unas obras de teatro muy breves a las que llamé Historias mínimas".

Todo empezó (después de un breve período de inimaginable novela rural) con historias de minimalismo buñuelesco, que fue recompensado, años más tarde, con un encuentro perfectamente surrealista. Sentado en el restaurante del Talgo, rumbo a París, Tomeo oye a una mujer con acento aragonés, le habla: resulta ser Conchita Buñuel, que viajaba con la efigie de cera de su hermano, todavía vivo, aunque enfermo: "Sí, conocí a Buñuel en efigie. Le hacían un homenaje en París y él no podía asistir. Al llegar a la estación, ayudé a transportar el carrito con la estatua de Buñuel". Los laboratorios de la mente de Tomeo funcionan, sobre todo, por la mañana: "A esa hora uno puede alimentar la ilusión de que será un gran día; al final, resulta ser un día como todos, pero es igual". El líquido de las probetas regurgita por la mañana y, por la tarde, la mano escribe frases de colores: "Escribo a mano, con tintas de varios colores: el color estimula. Después, paso todo al ordenador, que es un bicho impertinente. A veces, indico una corrección y él me pregunta: "¿Seguro?'. Creo que hay un hombre ahí dentro, empeñado en hacerme dudar. Escribo, además, con luz eléctrica, ya que pocos textos resisten la gran realidad de la luz del sol".

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