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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Una triste ironía

HACE SEIS años, Bolivia recuperó la democracia. Gracias a un acuerdo de las fuerzas políticas mayoritarias, la Acción Democrática Nacionalista (ADN) y el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), se consiguió una paz política con la que se ha podido estabilizar la situación económica, aun dentro de un cuadro general de extrema pobreza y enormes desigualdades. Las nuevas elecciones presidenciales, previstas para mayo, deben continuar el proceso de reflotamiento económico hasta convencer a la comunidad internacional de la oportunidad de un plan de asistencia al desarrollo boliviano.Esta situación convive desde hace años con una poderosa mafia de la droga que, aprovechando la condición del país como uno de los principales productores de cocaína del mundo, constituye una permanente fuente de corrupción. El último y más irónico capítulo de esta historia afecta nada menos que al ministro boliviano de Asuntos Exteriores, fallido candidato a las próximas elecciones presidenciales y flamante presidente de la conferencia que en Viena se ha jurado hace apenas unas semanas acabar con el narcotráfico.

Todos los hilos de tan tenebrosa conspiración convergen en un nombre: Roberto Suárez Gómez, rey de la cocaína. Por lo que se deduce de las informaciones obtenidas por este diario -entre otras, unas casetes muy reveladoras que no han sido divulgadas en la

Prensa local- Suárez había conseguido involucrar en sus manejos al propio ministro de exteriores, Bedregal; al diputado Arce, de ADN, y a otros políticos y militares bolivianos. Entre todos habían empezado a discurrir sobre la creación de un ministerio antidroga, que de hecho iba a servir de cortina para el narcotráfico y para montar una estructura eficaz de blanqueo de los cocadólares. Una muestra más del enorme poder corruptor de las mafias de la droga y de la hipocresía de determinadas instancias llamadas a combatirlas.

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