EE UU y el 'mundo libre' estrenan presidente
Washington arde en fiestas, a 1.500 dólares el cubierto para recibir a George Bush en la Casa Blanca
A mediodía de hoy, con absoluta precisión (serán las seis de la tarde en España), Estados Unidos y el llamado mundo libre tendrán un nuevo presidente. George Herbert Walker Bush, de 64 años, sucederá al ya histórico Ronald Reagan. Pero mientras llega ese momento, que la aldea global podrá ver por televisión desde la colina del Capitolio, en Washington esto es lo que está ocurriendo en Estados Unidos
Los Reagan lloran a moco tendido, con la televisión en directo. Bush, bajo la estatua de Lincoln, canta al individualismo, promete ser "un presidente de toda la gente" y ayudar a los que todavía "se duelen" a pesar de la recuperación económica del reaganismo. El déficit comercial se amplía, pero la bolsa y el dólar suben, apostando por la nueva etapa.Julio Iglesias y Frank Sinatra cantan a la nueva Administración, que se festeja a sí misma con champaña californiano Korbel, especialmente envejecido para la ocasión. Washington arde en fiestas a 1.500 dólares el cubierto, mientras los vagabundos gritan "¡Vergüenza!" a las puertas de las cenas de gala. Esta variopinta mezcolanza en la que todo cabe, como en botica; en la que convive la realidad de los problemas acuciantes con el espectáculo perfectamente coreografiado por Hollywood para las televisiones, es el Washington que vive las últimas horas de la era Reagan y celebra la llegada de Bush y el establecimiento republicano de toda la vida.
El momento histórico se producirá exactamente a las 11.59.15 de hoy, cuando George Bush -22 años preparándose para este instante- pronuncie, con traje oscuro de calle, las 35 palabras del juramento que le convertirán en el 41º presidente de Estados Unidos. Se calcula que tardará en hacerlo 45 precisos segundos, lo que permitirá el inicio de la nueva presidencia -tal como lo prevé la Constitución- a las doce en punto de la mañana.
Y hará buen tiempo, incluso calor, frustrando el desfile de peletería que preparaban las damas republicanas llegadas a estos festejos cívicos desde todas las esquinas de la república. Mejor así, para no repetir lo ocurrido con el presidente William Harrison, en 1841, que se empeñó en pronunciar, a muchos grados bajo cero, a pecho descubierto y sin sombrero, un discurso inaugural de dos horas. Murió un mes después de una pulmonía. Se estima que Bush no hablará más de 20 minutos en un Parlamento dirigido a establecer las señales de identidad de su presidencia.
No es un discurso para detallar sus próximas acciones, sino de vigas maestras, utilizado por todos los presidentes para definir históricamente su mandato. Bush advirtió ayer que no se deben esperar unos 100 días primeros de cambios frenéticos y radicales. "No hemos venido para corregir los males del pasado, sino para construir sobre un legado de orgullo".
Sentimentalismo y nostalgia
Se asiste estos días en Estados Unidos a una oleada de sentimentalismo y nostalgia, en la que el tono apologético del reaganismo y de Bush desbordan la posibilidad de un juicio histórico objetivo y más mesurado.Casi todo el mundo se siente bien. El 64% de los norteamericanos aprueba la gestión de Reagan (cinco puntos más que Eisenhower cuando se fue en 1961). Éste aún tuvo tiempo de pedir ayer un último apoyo, militar por supuesto, para la contra nicaragüense y decir que el canal no debe ser devuelto a Panamá si Noriega sigue en el poder. Y, compensando en lo que verdaderamente importa, de decirle a la derecha dura que no ha abrazado a Gorbachov demasiado pronto ni demasiado fuerte. "Todos hemos sido revolucionarios, y la revolución ha sido un éxito", clamó el presidente en su despedida a los 400 miembros del equipo de la Casa Blanca. Y la congregación rompió en llanto. Todo el mundo lo pudo ver por televisión. Nancy, como una Magdalena, no pudo articular palabra, y Ronnie sacó el pañuelo blanco mientras la banda de los maries interpretaba marchas patrióticas.
[Bush dijo ayer en una entrevista a la agencia Reuter que no tiene intención de precipitarse en fijar una fecha para una cumbre con Gorbachov ni en firmar rápidamente un nuevo acuerdo sobre desarme con la URSS. Al referise a Oriente Próximo, Bush criticó las últimas manifestaciones del líder palestino, Yasir Arafat, de defender hasta la muerte la intifada, pero reafirmó que su Administración llevará adelante el diálogo con la OLP.]
Más información en la página 49
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