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Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un fragmento de apocalipsis

Carlos Marqueríe, con el grupo La Tartana, ofrece un bello y lúgubre espectáculo sobre tres textos de Heiner Müller. El dramaturgo alemán escribe con lo que se considera una dramaturgia fragmentaria y abierta, lo que permite a los directores de escena toda libertad dentro de una ideología. Müller es de un pesimismo agobiante: comenzó con un cierto idealismo sobre la sociedad comunista, pero se ha producido después como un filósofo de la catástrofe, muy apegado a la que sufrió su país y a la que cree que amenaza al mundo: su extinción. Su metáfora es, frecuentemente, el uso de personajes clásicos. Aquí se juntan Ribera despojada, Medeamaterial y Paisaje con argonauta. Los textos de Müller son breves: la dramaturgia silenciosa es, por tanto, larga. Es un mundo gris-negro donde los personajes merodean entre vencidos, supervivientes o muertos; chapotean en un minúsculo mar de aguas corrompidas, se arrastran, producen sonidos repetitivos, se disuelven. La tensión es la misma continuamente, de principio a fin -hora y media-, y puede producir cansancio en espectadores no aficionados a este tipo de espectáculo, que quizá esté fuera de la corriente actual.

Ribera despojada, Medeamaterial, Paisaje con argonauta

De Heiner Müller. Versión y adaptación de Guillermo Heras, sobre una traducción de Brigitte Aschwanden. Intérpretes: Raúl Bode, Yolanda Gutiérrez, Andrés Hernández, Mar Navarro, Jesús Rodríguez, Carlos Segovia, Sian Thomas (La Tartana Teatro). Dirección: Carlos Marqueríe. Ciclo Fronteras del Teatro, del Centro Nacional de Nuevas Tendencias Escénicas. Sala Olimpia. Madrid, 12 de enero.

Espléndida realización

Carlos Marqueríe ha producido el clima, el ambiente, el agobio necesarios; cada uno de los efectos teatrales es acumulativo y ha conseguido una espléndida realización de todo. Los poemas encajan con naturalidad, aunque a veces no sean enteramente perceptibles, bien por la dicción de una excelente actriz extranjera -Sian Thomas- que no domina la prosodia castellana, bien por la acumulación de sonidos superpuestos. La adaptación de estos textos por Guillermo Heras, sobre una traducción de Brigitte Aschwanden, mantiene la belleza del original.El grupo La Tartana hace una creación admirable. Muchas compañías ilustres quisieran tener esta unanimidad, esta escuela, esta forma de complementarse unos a otros y, en cada caso, de producirse individualmente. Tienen una calidad notable en lo musical y una fuerza contenida, sabia, en la expresión corporal.

Heiner Müller ha sido interpretado varias veces en España, siempre por grupos más o menos marginados, a excepción de alguna obra traída por festivales, dirigida por Bob Wilson, con quien Müller ha trabajado directamente. Encuentro que la más adaptada a la idea que se puede tener aquí de este raro escritor, inscrito en una civilización y una cultura que no son las nuestras, es ésta que ofrece ahora Carlos Marqueríe con La Tartana. Tiene, en la sala Olimpia, un público no excesivamente numeroso, pero sí conocedor de lo que va a ver, que escucha con respeto y silencio, y que si cortó sus aplausos finales -hablo de la representación del domingo por la tarde- fue porque los actores no volvieron a saludar al escenario después del final de la obra, excelente decisión que se mantiene dentro del tono apocalíptico y trágico del espectáculo.

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