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De Mita evita una crisis política e intenta frenar la huelga general

Juan Arias

El jefe del Gobierno italiano, el democristiano Ciriaco de Mita, consiguió evitar una crisis de gabinete que en la noche del pasado jueves parecía inevitable. Al frenarla, es posible, también, que pueda evitar la huelga general convocada por los sindicatos para el 31 de este mes contra la política fiscal del Gobierno.

La crisis se desencadenó de forma sorprendente cuando el dirigente socialista, Bettino Craxi, desautorizó a los ministros correligionarios, que habían aprobado los decretos económicos rechazados por los sindicatos.

De Mita, imitando la rapidez de movimientos del felino Craxi, convocó una cumbre con los secretarios de los partidos que componen el Gobierno para argüir que el problema no era económico o sindical, sino "político".

Es decir, que Craxi debía decir abiertamente si quería mantenerse fiel al Ejecutivo o pensaba jugar con dos barajas: una a favor del Gobierno y otra halagando a la oposición y a los sindicatos para no perder su esfera de influencia en la izquierda, sobre todo en un momento en el cual el líder comunista, Achille Occhetto, se muestra enormemente activo y presente en todos los problemas más candentes del país.

Se pensó que Craxi no iba a asistir a la cumbre, lo que hubiese supuesto la crisis automática. Se decía que, en realidad, la crisis podía interesar paradójicamente más a De Mita que a Craxi, ya que de ese modo el líder democristiano podría retrasar el Congreso de su partido, previsto para finales de febrero y ante el que sus adversarios políticos están afilando las armas para evitar que sea reelegido secretario general.

Craxi, acorralado

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Craxi se sintió acorralado y llegó a la cumbre afirmando que él nunca había pensando abrir una crisis de gobierno. Sobre todo, porque De Mita, desde las pantallas de televisión, había dicho muy claro que el partido que abriera la crisis debía cargar con todas sus consecuencias frente a la opinión pública.Y así, si no la paz, por lo menos se ha abierto una tregua en el Gobierno que podría evitar la huelga general. De hecho, los cinco partidos de gobierno se han comprometido a revisar los decretos, sobre todo el fiscal, y a presentar enmiendas ante el Parlamento. Pero con un pacto: que, antes, las enmiendas sean aprobadas por los cinco partidos para así evitar que después, en el Parlamento, surjan traiciones o sorpresas.

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