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Tribuna:ANÁLISIS
Tribuna
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Los sindicatos italianos retan al Gobierno

Juan Arias

Las tres grandes centrales sindícales italianas CGIL (de orientación comunista), CISL (democristiana) y UIL (socialista-republicana) han proclamado una huelga general de cuatro horas para el próximo día 31 como protesta contra la política económica del Gobierno. Esta acción, si llega a realizarse, puede poner en grave crisis a la actual coalición gubernamental de cinco partidos, presidida por el líder democristiano Ciriaco de Mita desde hace nueve meses, durante los cuales ha contado con el apoyo leal de su antagonista político, el secretario general socialista, Bettino Craxi. Esa lealtad llegó hasta tal extremo que los otros tres partidos que participan en el Ejecutivo -republicanos, liberales y socialdemócratas- habían hablado, preocupados, de un matrimonio político entre De Mita y Craxi que amenazaba con excluirles.Curiosamente, la huelga ha sido proclamada no sólo por la CGIL., el sindicato con mayoría comunista, y por tanto de oposición, sino tambien por la mayor central sindical del país, la CISL, con mayoría democristiana, y por la UIL, controlada por socialistas y republicanos. Es decir, por fuerzas que están representadas en el Gobierno. El mismo secretario general de la CISL, el democristiano Franco Marini, ha llegado a calificar la política económica gubernamental de "profundamente injusta con los trabajadores a sueldo".

Pero quizá lo que más ha extrañado es que haya sido el propio Craxi quien, sorprendiendo a De Mita, se haya puesto de repente de parte de los sindicatos y afirme que el Gobierno no puede permitirse el lujo de una huelga general sin ponerle en crisis. Tales palabras han sido interpretadas como una amenaza contra De Mita para que escuche a los sindicatos.

El motivo explícito y oficial de la huelga es el rechazo sindical al llamado superdecreto navideño, aprobado por el Gobierno el pasado 27 de diciembre. Los sindicatos, que meses atrás habían conseguido concentrar en Roma a 300.000 trabajadores, llegados de todo el país para protestar contra el "fisco injusto", que golpea sobre todo a los trabajadores a sueldo, está en contra de la decisión del Gobierno de decretar una amnistía fiscal con el fin de recaudar fondos. Este perdón beneficia sobre todo a los que nunca han pagado impuestos. Y, en efecto, la misma patronal italiana, la Confindustria, por boca de su presidente, Sergio Pininfarina, ha declarado que se trata de "un modo confuso y desesperado de buscar dínero".

En cuanto a las peticiones concretas presentadas por los sindicatos y que el Ejecutivo se resiste a aceptar, figura la creación de un mecanismo automático de revisión de los baremos del IRPF cada vez que la inflación supere un 2%. El Gobierno responde que eso significaría quitar al Parlamento la posibilidad de intervención en lo económico. Pero los sindicatos saben que se trata de un asunto con mucha garra popular. El Ministerio de Hacienda ha confesadó en un informe que, de 170.000 investigaciones realizadas el año pasado, sólo uno de cada 10 trabajadores autónomos hizo sin falsear la declaración de la renta, y que la evasión fiscal ascendió en 1987 a casi dos billones de pesetas. Un estudio de la universidad de Padua asegura que la cifra real de evasiones fue de 25 billones.

Tensión política

La huelga llega en un momento de gran tensión política, en víspera de los congresos de las mayores fuerzas políticas y de unas elecciones como las europeas, en las que los socialistas quieren jugarse todas sus cartas para recortarles votos a los comunistas.

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Curiosamente, hace unos días, el eurodiputado socialista y teólogo Gianni Baget-Bozzo, inspirador de Craxi, escribió un artículo en La Repubblica en el que alertaba al dirigente socialista del peligro que corría con su matrimonio con De Mita, quien, de modo maquiavélico, podría estar intentando inmovilizar a los socialistas para quitarles garra en la izquierda al dejarles máximo margen de acción dentro de un Gobierno conservador.

De ahí que, según algunos observadores, esta huelga sindical pueda ser una ocasión para Craxi para declarar que su apoyo al Gobierno de De Mita no significa que se haya olvidado de su colocación dentro de la izquierda del país y de las exigencias más fundamentales de los trabajadores. Por eso De Mita ha afirmado que no entiende este apoyo de los socialistas a la huelga cuando han sido los ministros de dicho partido quienes aprobaron el pasado mes las decisiones de política económica hoy contestadas por los sindicatos. Y ha añadido que, si existen otras razones, que lo digan.

Los comentaristas piensan que la celebración de la huelga dependerá en definitiva de Craxi. Si para el líder socialista aún no ha llegado el momento de cortarle el apoyo a De Mita, se encargará de evitarla, apuntándose así un tanto más ante el líder democristiano. Pero si, por el contrario, piensa que es interesante abrir ahora una crisis en vísperas de las elecciones europeas, tal vez éste sea el momento para hacerlo y recuperar el prestigio en la izquierda.

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