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El estudio de las nubes en el hemisferio Norte contradice la hipótesis de Gaya

Una de las teorías científicas más intrigantes del siglo XX, la hipótesis de Gaya, según la cual la Tierra actúa como un organismo vivo, ha sufrido recientemente un serio contratiempo. Tras examinar de forma cuidadosa los datos enviados por los satélites meteorológicos, el científico norteamericano Stephen Schwartz, del laboratorio nacional Brookhaven, no ha encontrado pruebas de que las nubes sean más numerosas y brillantes en el hemisferio Norte que en el Sur, lo que contradice una predicción emanada de la hipótesis.La hipótesis de Gaya, que recibe el nombre de la diosa griega que representaba la Tierra, ha alcanzado una gran popularidad 10 años despues de que la enunciara el científico británico James Lovelock, y fue la base de un reciente programa de televisión de gran éxito, en el que la Tierra se volvía contra aquellos responsables de su contaminación.

Autorregulador

En esencia, la hipótesis sostiene que la Tierra actúa como un organismo autorregulador y, por tanto, puede considerarse como una entidad con vida propia. Una implicación muy importante es que la Tierra, de hecho, regula su propio clima. Y lo hace, según Lovelock y sus partidarios, por la acción del plancton, los pequeños organismos marinos de los que se alimentan los peces.El plancton emite emanaciones sulfurosas, y Lovelock señala que estas partículas sulfurosas actúan como núcleos a los que se adhieren las gotas de agua. Estas gotas se agrupan para formar grandes y brillantes nubes que reflejan la luz del Sol hacia el espacio exterior, causando así el enfriamiento de la atmósfera. Si hay demasiado plancton, la atmósfera se enfriaría, lo que causaría, entre otros efectos, una reducción de los niveles mundiales de plancton (porque estos organismos viven en aguas cálidas). Una reduccción del plancton haría disminuir el número de nubes y la Tierra se calentaría de nuevo.

Por medio de este ciclo de realimentación negativa, Gaya regularía el clima terrestre y lo mantendría en un estado ecológicamente sano, dice Lovelock. Este argumento lleva, por su parte, a una predicción concreta: que en el hemisferio Norte, donde existe una considerable contaminación industrial, que incluye altos niveles de emisiones de azufre, habría más nubes que en el hemisferio Sur, en el que apenas hay actividad industrial.

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