Un 'ojo secreto' en el epacio
Estados Unidos pone a prueba una nueva generación de satélites espías
La misión del transbordador espacial norteamericano Atlantis, que se desarrolló con éxito entre los pasados días 2 y 6 de este mes, constituye a primera vista un capítulo más de la carrera tecnológica por mejorar las prestaciones de los satélites para el espionaje militar. Pero informaciones extraoficiales señalan que este vuelo marca un hito en la carrera por el espionaje desde el cielo, o, dicho desde una terminología científica, por la localización de objetos desde el espacio.
Dentro de la rutina estadística, el vuelo del Atlantis se ha registrado como la tercera misión militar conocida que realiza para el Departamento de Defensa un transbordador de la NASA. En el calendario militar norteamericano están previstas para los dos próximos años, por lo menos, otras tres misiones espaciales secretas dentro de los ocho vuelos del transbordador programados para 1989 y de los nueve para 1990.Durante cuatro días, los cinco miembros de la tripulación del Atlantis han llevado a cabo una operación que ha costado cerca de 60.000 millones de pesetas. Presumiblemente, los astronautas han colocado mediante un largo brazo mecánico, en una órbita de unos; 350 kilómetros de altura, el poderoso satélite radar Lacrosse, capaz de identificar en tierra desde el cielo, con sus complejos y perfeccionados sistemas, un volumen equivalente a una persona en el 80% del territorio soviético y prácticamente en toda la Europa del Este.
En el corto tiempo que han permanecido en órbita los astronautas han podido verificar también si el satélite sirve para las diversas funciones que le han sido asignadas desde tierra y ellos mismos han experimentado nuevos sistemas; ópticos -prismáticos- especiales para ver a distancia.
Los expertos creen que se trata de una nueva generación de satélites capaces de detectar los arsenales de misiles y sus movimientos y cada uno de éstos por separado, aunque se encuentren desplazándose de un lugar a otro. También será capaz de controlar si estos misiles tienen cabezas nucleares. Y todo ello sin que las condiciones atmosféricas, tormentas, nubes, día o noche, supongan ningún obstáculo para su observación.
La segunda estratégica utilidad del nuevo ingenio norteamericano es, según distintas fuentes siempre no oficiales, que servirá de guía fiel e inequívoco para las operaciones; del más moderno y ultrafuturista avión, el bombardero B2, también llamado el invisible, porque es capaz de burlar todo tipo de control por radar. El satélite militar será el ojo más apropiado que conducirá las posibles intervenciones de este avión en su tarea de destruir, por ejemplo, los arsenales de misiles soviéticos.
Posición orbital
De acuerde, con algunas informaciones, la tripulación del Atlantis orientó el satélite hacia un punto situado a unos 350 kilómetros de altura en una posición inicial de 57º latitud norte en cada revolución. Un satélite colocado a esa altura -que no es el mismo que colocado en una órbita geoestacionaria, a 35.000 kilómetros sobre el ecuador- tiene un comportamiento distinto, porque en principio da una vuelta completa a la Tierra cada 90 minutos, mientras que prácticamente la posición geoestacionaria es como un espejo que se utiliza para transmitir señales entre puntos fijos.Es probable que el nuevo satélite espía norteamericano ocupe una órbita polar, como la mayor parte de los satélites dedicados a la información meteorológica y a otro tipo de detecciones y tiene muchas más ventajas para transmitir información de un punto en movimiento a otro punto también en movimiento.
Podría ser ésta, por otra parte, en opinión de los expertos, la "primera piedra" de una estación militar norteamericana de mayor envergadura que podría combinarse en caso de guerra con el lanzamiento de otros satélites "ocasionales", es decir, aquellos que serían lanzados durante una crisis concreta, darían una o dos vueltas a la Tierra mientras conseguían su objetivo y serían devueltos a la atmósfera antes de que fueran descubiertos.
El sistema de satélites espias, o sistemas de verificación por satélite o tercer ojo en el espacio, utiliza una tecnología definida que, según informes técnicos de la Unión Europea Occidental (UEO), tiene su base en una serie de sensores remotos, que son aquellos que se aprovechan de la radiación electromagnética para registrar a distancia datos sobre el entorno.
Sensores remotos
Los sensores remotos que se han utilizado hasta ahora de forma experimental se refieren a cámaras fotográficas, las Vidicon de detectores de estado sólido con memoria incorporada, los detectores de infrarrojos (fotográficos o térmicos) y otros tipos de escáneres y radares normales y de apertura sintética. Los radares normales utilizan una radiación electromagnética de mucha mayor longitud de onda que la luz.El radar de apertura sintética utiliza una antena corta, pero simula una antena muy larga, ya que aprovecha el movimiento hacia adelante del satélite. En este caso la potencia de resolución de los objetos que detecta en tierra no depende de la distancia que existe entre el objeto y la Tierra El mayor problema que se plantea para este tipo de radares es precisamente el de la fuente de energía. La Unión Soviética resuelve este problema dotando a sus satélites espías con un reactor nuclear.
De acuerdo con estimaciones contenidas en los informes técnicos de la UEO, para la observación de maniobras y movimientos militares y para observar crisis y preparativos para un ataque por sorpresa los satélites espías necesitan sensores fotográficos de unos cinco metros de resolución, sensores por radar de cinco a 20 metros de resolución y sensores de infrarrojos de 20 metros de resolución. Pero en el caso de que se quiera afinar más y se desee identificar vehículos, cohetes, piezas de artillería y miembros individuales de tropas, entonces se requieren sensores con una potencia de resolución en tierra del orden de 15 a 30 centímetros.
El sistema de satélite espía necesita, naturalmente, un segmento de tierra que se encarga de procesar las señales que recibe desde el espacio. Esto se lleva a cabo generalmente mediante un avanzado proceso informático que permite interpretar los datos que llegan desde el satélite y organizarlos en imágenes lo más ajustadas a la realidad.
Los objetivos más corrientes en detección estratégica desde satélites espías suelen ser los puentes, centros de comunicaciones, unidades de tropas, aeropuertos, cohetes y artillaría, aviones, bases de misiles, componentes de armas nucleares, barcos, vehículos, campos de minas, puertos, carreteras y submarinos de superficie.
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