Ballenas y demagogia
Desde hace algunas semanas hemos estado sufriendo en nuestros hogares un auténtico bombardeo informativo sobre un par de ballenas grises que se encontraban atrapadas en el mar de Alaska. Se nos ha dicho que la cooperación logística entre Estados Unidos y la Unión Soviética ha hecho posible, finalmente, que ambos animales se libraran de la trampa de hielo y pudieran emprender su largo viaje migratorio hacia las cálidas aguas de la Baja California (Mexico), en cuyas lagunas Scammon y Ojo de Liebre traen al mundo a sus pequeños desde hace varios miles o millones de años. Adhesiones gubernamentales, más o menos oficiales, así como artículos de opinión alabando la preocupación por el tema de que han hecho gala las sociedades civilizadas, han aparecido en los diferentes medios de comunicación de todo el mundo. Aparentemente, todos los Gobiernos y muchísimos colectivos sociales han demostrado con -estas manifestaciones su sensibilidad ecológica y su gran respeto por la conservación de la vida silvestre. Nada más lejos de la realidad.Al mismo tiempo que estas posturas absolutamente farisaicas tenían lugar, flotas balleneras de varios países estaban matando varias especies de cetáceos; en muchos países nórdicos se están cazando miles de focas con todos los permisos legales necesarios; artilugios submarinos para intercepción de comunicaciones bajo el mar causan tremendos problemas de orientación a muchas especies de cetáceos originando varamientos colectivos, e incluso, paradójicamente, en la zona de la B aja California, adonde se dirigen estas dos ballenas, se han descubierto importantes yacimientos de minerales que hipotecan la conservación futura de este área.
Y eso por no hablar de la continua desaparición de ecosistemas tan valiosos y únicos como las selvas tropicales (y con ellas, miles de animales y de especies únicas e irrepetibles); utilización masiva de plaguicidas, o incluso la progresiva eliminación de la capa de ozono que amenaza muy seriamente algo tan sin importancia como el mantenimiento de la vida en nuestro planeta.
Y no nos vale que nos vengan a exponer la valoración simbólica de este gesto. No nos engañemos y, sobre todo, señores políticos: ni se engañen ni pretendan engañarnos a los demás. Ustedes son absolutamente inconscientes del daño que su ineficacia está causando en nuestro planeta; eso es un hecho muy claro para mucha gente. Lo menos que podían hacer es no pretender reírse de los que aún persistimos en luchar diariamente contra la ignorancia ecológica que ustedes manifiestan.-
Doctor en Biología.
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