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Cuando los ecologistas se echan al monte

El grupo Acción Directa secuestró a tres cazadores en un paso de palomas de Álava

Pedro Gorospe

El grupo Acción Directa, de tintes ecologistas, reivindicó hace pocos días, en plena temporada de caza, el secuestro de tres cazadores en un paso de palomas del puerto de Herrera (Álava), así como el robo de sus armas. El encapuchado les sorprendió con las escopetas descargadas mientras les apuntaba con una repetidora. Los ecologistas vascos y las federaciones de caza coinciden en que se trata de un hecho aislado. Sin embargo, mientras los primeros temen que esto pueda generalizarse, los segundos advierten del peligro de que " acabe en una guerra".

La oposición a la caza desde los grupos ecologistas que operan en el País Vasco es muy activa. Estos grupos se han manifestado en repetidas ocasiones en contra de una actividad que consideran atenta contra un medio ambiente que no sólo les pertenece a ellos y han exigido públicamente la supresión de esta actividad.La asociación ecologista Petralanda, de Bilbao, ajena a la que, según parece, protagonizó el secuestro, celebró el sábado una manifestación en el centro de la capital vizcaína, "en defensa de los animales, caza no", y espera reunir lo antes posible las 30.000 firmas que posibiliten la convocatoria de un referéndum sobre este deporte.

Mientras tanto, los tres cazadores sorprendidos por un encapuchado que les encañonaba con una repetidora prefieren, después del susto inicial, olvidar el asunto.

Convertidos en presas

Paco Lorite, Javier González y Andrés García quedaron aquella mañana en Leza como cualquier otro día. Subieron en coche hasta el puerto de Herrera, que separa La Rioja alavesa del resto de la provincia, a uno de los cerca de 20 puestos de palomas que hay en la zona. Sin embargo, la niebla era espesa y aguantaron poco tiempo la ausencia de objetivos. Fue durante el regreso hacia el coche cuando de cazadores se convirtieron en presas.Un individuo armado con una escopeta repetidora y con un pasamontañas gris les obligó a sentarse cerca de un haya y les quitó las escopetas. Ellos mismos se taparon los ojos con unas vendas y el agresor les ató las manos. "Nos dijo que si seguíamos las reglas del juego no nos pasaría nada", comenta Javier González. Para entonces, el encapuchado ya se había identificado como un ecologista y les había increpado por su forma de matar animales. "Pensé que nos iba a matar", dice, "no sé qué habría pasado si llegamos a tener las escopetas cargadas".

El agresor hablaba correctamente, dijo tener el apoyo de varias personas más en los alrededores y les amenazó en caso de que intentaran algo. Faltaban pocos minutos para el mediodía y tenían que quedarse allí dos horas. No obstante, los nudos estaban flojos y poco después de la una consiguieron soltarse, aunque respetaron los plazos establecidos. Media hora más tarde denunciaban el hecho en el cuartel de la Guardia Civil de Elciego, sensiblemente asustados y confundidos.

La Federación Vasca de Caza ha acogido el problema con prudencia y su presidente, Ramón Olaizola, considera que se trata de un hecho aislado pero muy delicado. Una opinión que comparte el presidente de la Federación Alavesa, Ramón Madinaveitia, para el que el asunto "ya es el colmo". "Espero que no se generalice", continúa, "pero si es así, todo esto podría acabar muy mal, podemos acabar en una guerra".

Para Fernando Arrikagoitia, miembro del Grupo Ecologista Alavés, el hecho es sintomático del hastío de muchas personas que ven cómo cada vez más se extinguen las especies animales "y las instituciones no ponen medidas para solucionarlo". "No vamos a potenciar actos de este tipo, pero nosotros ya vemíamos advirtiendo que esta clase de cosas podían suceder".

Arrikagoitia cree que ésta puede ser la primera advertencia para que las instituciones tomen las riendas del asunto y eviten que este tipo de acciones se generalicen "y algún día comience en serio la caza del cazador".

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Sobre la firma

Pedro Gorospe
Corresponsal en el País Vasco cubre la actualidad política, social y económica. Licenciado en Ciencias de la Información por la UPV-EHU, perteneció a las redacciones de la nueva Gaceta del Norte, Deia, Gaur Express y como productor la televisión pública vasca EITB antes de llegar a EL PAÍS. Es autor del libro El inconformismo de Koldo Saratxaga.

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