El espíritu de Curro Romero
Por el 92 Festival de Jazz de Madrid pasó el espíritu de Curro Romero reencarnado en los hermanos Raimundo y Rafael Amador, más conocidos como Pata Negra. Los romeristas se dan con un canto en los dientes cuando el maestro les obsequia con media verónica, un par de chicuelinas y algún natural.Los incondicionales de Pata Negra, que también los hay, salieron del concierto con el recuerdo de unos toques por soleares con sabor añejo de Raimundo Amador que hubiera firmado el mismísimo Melchor de Marchena, algunos ramalazos aislados por bulerías y la voz de Rafael Amador en su homenaje al Camarón.
A Curro Romero y Pata Negra les sobra arte, pero pueden desesperar a cualquiera. Tienen el atractivo de lo imprevisible, la grandeza de lo irrepetible y el riesgo de que, al final, todo se quede en nada. En Pata Negra, la sustitución de una cuerda rota de la guitarra de Rafael Amador se puede convertir en un momento de arte por bulerías. Después repiten hasta la saciedad los mismos esquemas, que mezclan con pasmosa naturalidad rumbas y bulerías flamencas con blues y rock negros. Rafael Amador es capaz de pasar con su voz en un segundo de lo jondo al feeling más negro, que en definitiva es lo mismo. La guitarra de Raimundo tan pronto lanza falsetes que recogen la esencia del flamenco por su sencillez como se introduce en riffs que podrían competir con los de Chuck Berry, buscando inspiración para su próximo disco junto a Kiko Veneno. Su problema, o quizá el nuestro, es que las canciones carecen de estructuración y desarrollo, y la monotonía en sus planteamientos pronto comienza a hacer estragos, compensados en parte por momentos geniales. El final de su actuación consistió en unas bulerías acompañadas sólo por la batería tocada por los dos hermanos, ante las protestas de buena parte del público, que quería escuchar más cosas.
Pata Negra
Oliver Sain's St. Louis Rhythm & Blues All Stars. Teatro Alcalá Palace. Madrid, 12 de noviembre.
El saxofonista Oliver Sain comenzó su actuación recordando a Charlie Parker y terminó con Ray Charles. Entre los dos aparecieron canciones popularizadas por Aretha Franklin, Credence Clearwater Revival y Joe Cocker. También blues urbano típico de St. Louis, es decir, con la fusión de estilos que representó Ike Turner en los años cincuenta antes de casarse y triunfar con su segunda mujer, Tina Turner. Oliver Sain trajo a Madrid como regalo al pianista Johnnie Johnson, padre musical de Chuck Berry, al que regaló en St. Louis la clave del éxito. Los dos, acompañados por un grupo muy normalito en el que destacó el cantante Stacy Johnson, ofrecieron excelentes interpretaciones cuando se centraron en el blues, bajando bastantes enteros en las versiones.
Babelia
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