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Vivir con recuerdos

Ambas Alemanias se las arreglan con la parte compartida de su historia contemporánea, la razón de su separación, mejor ahora que hace tan sólo unos cuantos años. El aniversario de hoy es el de Reichkristallnacht (la noche de los cristales en el imperio). Lo que suena vagamente como un festival oficial de luz era un grotesco eufemismo para una orgía de antisemitismo, orquestada por los nazis con la excusa de que un judío adolescente trastornado había asesinado a un diplomático alemán. Muchos miembros de lo que queda de la comunidad judía en Alemania Occidental encuentran extraordinario que el canciller Kohl haya sido invitado a hablar en la ceremonia de hoy en la sinagoga de Francfort. El canciller Kohl es el hombre que hace sólo tres años llevó al presidente de EE UU a Bitburg, con sus tumbas de SS, para sellar la amistad entre los dos países 40 años después de la caída del Tercer Reich. Afortunadamente, el presidente, Von Weizsäcker, equilibró la balanza en aquel aniversario con un soberbio discurso que derribó el mito de que los alemanes corrientes no sabían qué hacía Hitler. Estos distintos planteamientos reflejan la mezcla de falta de tacto en las actitudes germanooccidentales hacia el pasado nazi. Alemania Oriental tiene una población judía de sólo 382 personas, y se las ha arreglado para librarse de su culpa en el holocausto, aunque la población del pequeño Estado alemán tiene exactamente las mismas conexiones con el Reich.9 de noviembre

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