Un fallo técnico retrasa el primer lanzamiento del transbordador soviético

Un fallo en la retirada de una plataforma adosada al transbordador soviético Buran (Tormenta de Nieve), detectado a sólo 51 segundos del lanzamiento, provocó la parada automática de la cuenta atrás y la suspensión del primer lanzamiento de este vehículo en la madrugada de ayer. La paralización, causada por el ordenador de control, evitó una catástrofe, señaló ayer el general Gouidiline, director de la misión. El lanzamiento ha sido pospuesto indefinidamente.

El despegue del Buran, impulsado por uno de los potentes cohetes Energía, estaba previsto para las 5.23, hora peninsular, desde el cosmódromo de Baikonur, en el Asia central soviética. Ahora, será necesario vaciar los depósitos de combustible antes de poder investigar la causa del fallo, pero el retraso "no será muy largo", según Gudilin.El transbordador realizaba este primer vuelo de prueba sin tripulación, en régimen automático, y estaba previsto que aterrizara sobre una pista especial del cosmódromo de Baikonur ayer mismo, tras recorrer al menos dos órbitas de la tierra. La pista, de 4,5 kilómetros de largo y 84 metros de ancho, está situada a 12 kilómetros de la rampa de lanzamiento.

Cuando la cuenta atrás estaba en solo 51 segundos, el ordenador de control paró todas las operaciones al detectar que la plataforma que permite el acceso al transbordador y que dispone de un sistema para que los cosmonautas puedan escapar en caso de emergencia no se había retirado suficientemente del conjunto formado por el transbordador y el cohete Energía. Durante cuatro horas, los técnicos intentaron retirar la plataforma sin lograrlo. Entonces el lanzamiento fue pospuesto indefinidamente.

Los responsables del programa espacial soviético han señalado repetidamente que la seguridad debe primar sobre el cumplimiento del calendario previsto en las misiones espaciales. Las suspensiones en la cuenta atrás en los lanzamientos por motivos técnicos son corrientes y se han dado tanto en los lanzamientos del cohete Ariane como en los del transbordador norteamericano o en los del programa espacial soviético. La primacía de la seguridad estuvo en la base de la decisión de que el primer vuelo del transbordador no llevara tripulación, para lo que se debía conseguir el control y aterrizaje automáticos de la nave, algo que no han conseguido los norteamericanos.