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Crítica:MÚSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La religiosidad dramática de Verdi

La tercera jornada inaugural del nuevo Auditorio, última protagonizada por la Orquesta y Coro nacionales, estuvo dedicada al Réquiem de Verdi, que obtuvo una espléndida versión por parte de López Cobos, el cuarteto solista y las formaciones estatales. En esta partitura alcanza López Cobos una de las cimas de su talento como intérprete, del mismo modo que Frühbeck de Burgos la logra, invariablemente, en otro Réquiem: el de Brahms.No se trata ya de clarificar, matizar, construir y bien planificar, sino de algo más: ese además que convierte al intérprete, sin demérito de su fidelidad al autor, en recreador, que pone invención al administrar con apurado criterio y la necesaria dote de fantasía, todos sus recursos técnicos y estilísticos.

Orquesta y Coro nacionales

Solistas: S. Sweet, A. Nafé, F. Araiza y S. Estés. Director del coro: A. Blancafort. Director: J. López Cobos. Misa de Réquiem de Verdi. Auditorio Nacional, 23 de octubre.

La acústica de la sala permite al director alargar la gama dinámica con comodidad pues los más extremados pianísimos, como al comienzo de la obra, se escuchan con nitidez, y los más violentos ataques, como en el Dies irae, jamás hieren.

López Cobos estuvo magníficamente asistido por una Nacional avivada y bien afinada; por el Coro Nacional con el que Alberto Blancafort, uno de los mejores músicos del panorama español, ha hecho maravillas en breve plazo de tiempo. En fin, por un excelente cuarteto formado por la joven soprano neoyorquina Sharon Sweet, de voz luminosa; la mezzo bonaerense Alicia Nafé (1947), que ya en 1975 hizo un espléndido Réquiem en Toledo; el tenor Francisco Araiza (México, 1947), una de las figuras de la lírica actual, de voz y musicalidad preciosas, uno de esos cantantes que Karajan, con su instinto y su saber, reclamó pronto para sí. El conocido bajo estadounidense Simon Estés (Centerville, 1938) nos hizo escuchar su timbre hermoso y su línea expresiva tocada circunstancialmente por acentos un poco rudos.

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