La Iglesia peruana, entre varios fuegos
Ricardo Durand, presidente de la Conferencia Episcopal, dice que las masas "ansían la religión"
Ricardo Durand, de 70 años, y desde el pasado 8 de julio el nuevo presidente de los obispos peruanos, es, probablemente, el más seguro sucesor del cardenal Juan Landázuri en el arzobispado de Lima y el primado de la Iglesia peruana después de su inminente jubilación. Autor de varios libros críticos con la teología de la liberación, Durand acaba de realizar una visita a EE UU y a países de Europa, entre ellos España, para solicitar ayuda a organizaciones católicas que le permita instalar comedores populares de emergencia en los barrios marginales limeños.
El obispo cree imprescindibles los comedores populares para evitar que esas inmensas poblaciones lleguen a ser los cinturones de hierro que ahoguen las ciudades, buscados por el grupo maoísta Sendero Luminoso.Tajante en sus apreciaciones teológicas, que le han impedido, dice, obtener fondos de entidades católicas que le consideran en exceso conservador, posee, sin embargo, un talante extrovertido que le permite mantener una relación de aprecio y respeto con Gustavo Gutiérrez, reconocido fundador de la teología de la liberación.
A pesar de que la Iglesia peruana se ha caracterizado en su historia por carecer de las contradicciones presentes en Nicaragua o Argentina, el presidente de la Conferencia Episcopal considera peligroso para la unidad de la Iglesia que sectores católicos receptivos a la teología de la liberación politicen sus actividades de modo que contribuyan al triunfo del frente marxista Izquierda Unida en las elecciones de 1990.
Teología de la liberación'
"El padre Gutiérrez tiene una gran influencia política en católicos que no se consideran marxistas, pero que están en una alianza con ellos. Yo nunca he dicho que no se vote por Izquierda Unida. Cuando ellos ocuparon la alcaldía de Lima, nuestras relaciones fueron correctas e inclusive de cooperación. Varios dirigentes izquierdistas son católicos practicantes. El problema está en los ataques a quienes no estamos dispuestos a seguir esa línea. Han llegado a decir de mí que estoy contra los pobres y han influenciado a entidades internacionales para que no me presten su ayuda".
"Creo que la verdadera teología de la liberación es la que debe crear una reflexión capaz de romper la pretendida fatalidad de dos sistemas, incapaces ambos de asegurar la libertad cristiana", asegura Durand, citando al Papa. "No es posible adoptar en América Latina un quietismo de carácter apolítico, pero ello tampoco significa que la Iglesia pase a ser un furgón de cola del marxismo".
Papel del Gobierno
Los problemas actuales de Perú los considera en buena parte fruto de medidas estatizadoras del actual y pasados Gobiernos. "La realidad del terremoto económico que vivimos nos dice que no hay ningún sistema que pueda salir adelante en nuestros países sin la moralización que implica acabar con la tremenda corrupción que existe. El entramado burocrático que generan los Estados totalitarios agrava este problema, que entre nosotros es endémico. Es algo que los teólogos de la liberación se han preocupado muy poco en analizar".
Durand admite que el presidente Alan García comenzó con un gran ímpetu y voluntad de justicia social, pero que después de sus dos primeros años de mandato, ante la ausencia de ahorro público y privado y de inversión de los empresarios, inició con la derecha económica una confrontación que le llevó a la estatización de la banca privada. "García", según afirma, "al ver que la inversión privada no alcanzaba los niveles que él esperaba, escoge el camino del crecimiento del Estado y con ello pierde la confianza y comienza a quedarse solo.
El problema de la violencia urbana y en los Andes es objeto de especial preocupación para Durand, que preside la comisión episcopal sobre terrorismo. Pero no cree que la religiosidad popular andina haya disminuido por las actividades de Sendero Luminoso. "Por el contrario", subraya, "las masas andinas ansían la religión. Nuestros misioneros nos dicen que los campesinos, ante la violencia de los senderistas y la represión estatal, exigen la presencia de la Iglesia. Sendero no ha atacado a fondo a la Iglesia, pero sí ha comenzado a hablar en contra del Papa, y numerosos misioneros han sido amenazados y expulsados violentamente de zonas andinas".
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