Oxford y Cambridge, en Madrid
La historia con pretendidas mayúsculas esconde a veces, en su inevitable juego de luces y sombras, espacios o circunstancias esenciales tras lo aparentemente trascendente. Los frecuentes contenciosos históricos entre España y el Reino Unido, inherentes al largo devenir de pueblos tan antiguos como geográficamente próximos, han soslayado injustamente uno de los episodios culturales más fecundos de las relaciones hispano-británicas en el siglo XX, iniciados con la creación, en 1923, del Comité Hispano-Inglés en la Residencia de Estudiantes.Fundado por iniciativa del embajador del Reino Unido sir Esme Howard; de Jacobo Fitz-James Stuart, duque de Alba, y de Alberto Jiménez Fraud, presidente de la Residencia, tuvo como objetivo promover las relaciones intelectuales, artísticas y científicas entre el Reino Unido y España, y fomentar la amistad y la simpatía entre los ciudadanos de ambos países Con el fin de estimular este intercambio, el comité creó las becas Howard y Oxford, destinadas a estudiantes e investigadores británicos que realizaran estudios sobre cultura española, y que eran alojados en la Residencia, y la beca española para estudiantes e investigadores de este país que necesitaran ampliar estudios en el Reino Unido. Estas iniciativas de intercambio y formación científica supondrían el precedente inicial de las actuales acciones integradas que en los últimos años, y como fruto de la colaboración con el British Council, ha puesto en marcha el Ministerio de Educación y Ciencia. Además, el comité creó una biblioteca en la Residencia e invitó a conferenciar en Madrid a destacados miembros de la inteligencia británica. Las conferencias pronunciadas por Howard Carter en 1924, sobre los trabajos que, junto a lord Carnarvon, le llevaron al descubrimiento de la tumba de Tutankhamen, supusieron el aldabonazo público que situó definitivamente al comité entre las instituciones claves para la divulgación del pensamiento y la ciencia europea en España.
Aquellas dos conferencias, con apoyo audiovisual, tuvieron tal éxito que el comité organizó una tercera sesión para los niños de las escuelas públicas de Madrid en el Real Cinema, donde, en obligada ausencia de Howard Carter, Manuel Machado leyó unas notas divulgativas sobre los estudios egipcios. Como colofón de esta iniciativa, las diapositivas y la cinta cinematográfica que Carter donó a Comité Hispano-Inglés fueron presentadas a más de 70 sociedades de difusión cultural repartidas por toda España.
Tras Howard Carter llega ron a la juanramoniana colina de los chopos otras muchas personalidades intelectuales británicas. William Starkie ofreció una panorámica del teatro británico contemporáneo, y el general Charles Granville Bruce narró en 1926 sus expediciones al Everest. Gilbert K. Chesterton, el hijo de El Quijote, disertó sobre el espíritu caballeresco en la historia. Hamilton Rice mostró en 1927 las fotos de la Amazonia que había con seguido en la primera exploración con apoyo aéreo. También llegaron a la Residencia Arthur Percival Newton, historiador del imperio británico, y Thomas Athol Joyce, conservado del Museo Británico y experto en arqueología suramericana mexicana y de América Central. John M. Keynes trató de explorar el futuro, bajo el título Posible situación económica de nuestros nietos, el 10 de junio de 1930. Dos años más tarde, el 19 de mayo de 1932, Herbert George Wells fue invitado por el comité y habló en el teatro Español sobre Los datos esenciales de la historia y el funcionamiento del dinero. Este curioso intercambio de papeles (el economista Keynes escrutando el futuro y el mítico prospectivo Wells explicando economía) constituye sólo uno de entre tantos ejemplos de la magnífica agilidad intelectual que impregnaba el ámbito en el que se ubicó el Comité Hispano-Inglés: en él, junto a la explosión poética de los Lorca, Dalí, Moreno Villa, convivían el Instituto de Física y Química, el Instituto Escuela, la Sociedad de Cursos y Conferencias y otras instituciones amparadas por la Junta para la Ampliación de Estudios.
Una de las aspiraciones de los institucionistas fue la de lograr que las instituciones universitarias fueran centros de vida y progreso cultural. La Residencia de Estudiantes, paradigma dentro de este proyecto, fue diseñada y organizada estudiando el modelo de college británico, que tanto el que fue su director, A. Jiménez Fraud, como el secretario de la Junta de Ampliación de Estudios, José Castillejo, habían concebido como idóneo en sus viajes al Reino Unido, país que para ambos habría de ser destino y albergue del doloroso exilio al que se vieron abocados por la contienda civil. La Residencia mantuvo una tan estrecha relación intelectual y afectiva con el Reino Unido que fue su sombra la que, junto a la norteamericana, garantizó durante la guerra la inmunidad diplomática para los residentes.
La ciencia empírica y el humanismo convivieron en la Residencia en franco y fecundo diálogo durante el período de su actividad, hasta el punto de que cuando John B. Trend, escritor, musicólogo e historiador británico, llegó, en 1918, a la Res¡ exclamó asombrado ante aquel espectáculo: "¡Oxford y Cambridge, en Madrid!".
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