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Tribuna
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Premio

La familia entra azorada en el hotel. El padre se presenta: "Recibimos esta carta..., dice que acudamos toda la familia..., han premiado un dibujo que mi hijo Periquito hizo en el colegio..., le regalan una calculadora...". Pasan a un salón donde se exponen cientos de dibujos, incluido el de Periquito. Periquito no entiende cómo puede armar tanto jaleo un papel que llenó de chafarrinones mientras le caía un moco por el morrete y tiraba del pelo al niño de delante. Nadie de la familia sospechaba que el trasto de Periquito es un genio del dibujo. Claro que los genios son muy suyos. Padres, abuelos, tíos, contienen un sollozo. En otro salón docenas de familias de periquitos escuchan atónitas la verborrea de agresivos vendedores. Azafatas trasiegan libros por las mesas. Los familiares de Periquito toman asiento allí y un vendedor les espeta: "El niño necesita esta enciclopedia en 40 tomos, profusamente ilustrada, lujosa encuadernación. Y ustedes también, si pretenden triunfar en la vida. Aquí viene cuanto conviene saber. Su vecina quedará desconcertada cuando le pregunten qué significa estafermo, y además le comerá la envidia al ver los 40 tomos en coqueta librería opcional, oigaaa, facilidades de pago, se admiten tarjetas de crédito". Cunde la inquietud en la familia. "¿Y la calculadora del niño?", reclama la madre. "A su debido tiempo, señora. La calculadora es el premio que otorgamos a quienes tienen el acierto de comprar la enciclopedia". Periquito se mete el dedo en la nariz. La madre le amaga un bolsazo. El padre decide batirse en retirada: "¡Nos largamos!". El tío grita que denunciará al colegio por entregar el dibujo y la dirección de su sobrino a unos granujas. El abuelo, que está atontado de los tiros, pregunta si dan merienda. Por la sala crece la agitación. Unos balbucean excusas, otros sucumben y compran enciclopedias, hay quienes se ponen furiosos, y los periquitos barruntan que, al final, les echarán la culpa de todo, como siempre. Cuando los familiares de Periquito salen a la calle, uno que vende pañuelos les persigue hasta el catre.

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