Costas inexistentes
El anuncio de la promulgación de la ley de Costas me llenó, como a tantos otros españoles, de esperanzada alegría por lo que de progresivo tenía: nada menos que salvaguardar y respetar lo que queda de nuestro litoral. Sin embargo, desde su anuncio, y en los dos últimos años, el proceso de construcción y destrucción simultáneas ha sido tan impresionante, no sólo en la provincia de Alicante, donde residol- sino en toda la fachada marítima española, que ha convertido dicha ley prácticamente en papel mojado.Las comisiones provinciales de Urbanismo de las provincias costeras están completamente inundadas de peticiones para construir al borde del agua en muchos casos; en otros, las presiones de las constructoras son despiadadas con tal de que cada pedacito de costa sea edificable antes de la entrada en vigor de esta ley, que quedará sin patrimonio apenas. Ésta es una tendencia aceleradísima que coincide con otros fenómenos preocupantes.
La gran mayoría de los ayuntamientos de Alicante ha modificado, reformado y alterado sus planes generales de ordenación urbana, consintiendo en desaguisados superiores a los del desarrollismo franquista de los sesenta.
Nos encontramos así ante una situación escalofriante. El Gobierno promulga una ley impulsada por el partido socialista para la protección de las costas y son numerosos los ayuntamientos tegidos por dicho partido que se apresuran a convertirla en algo huero. Como si dicha preocupación no fuese con ellos.
No menos alarmante es la falta de pulso por parte de arquitectos, urbanistas y asociaciones de todo tipo, siendo un problema generalizado y con responsabilidad de futuro. Queda tanto por decir que la palabra es de todos-
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