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Wim Mertens: "Busco la expresión total"

El pianista y compositor belga actúa hoy en Córdoba. y mañana, en Madrid

Después de una meteórica carrera, iniciada a principios de esta década, el compositor y pianista belga Wim Mertens es uno de los pocos músicos que han logrado romper la sólida barrera entre música clásica y música ligera. A sus 35 años, busca la expresión total y confiesa con satisfacción no haber pisado un aula de composición en su vida. De sólida formación musical, Mertens, que es licenciado en Musicología y en Ciencias Políticas, actúa hoy en Córdoba, y mañana, día 6, ofrecerá dos conciertos en Madrid.

Se ha dicho que su música se encuentra a mitad de camino entre Bela Bartok y Pink Floyd. Mertens está un poco harto de toda la literatura que se ha escrito sobre su obra: "Cada año surge una historia nueva con mis composiciones, depende del país y de los críticos", asegura. De la misma forma que no acepta hablar de influencias en su obra, Mertens se niega en redondo a definir su música y sonríe lacónicamente cuando se le recuerda que ha sido calificada como música para yuppies o como música escrita para una inmensa minoría. "Pretendo evitar hacer cualquier tipo de clasificación o establecer categorías, porque incluso la noción hacer música es para mí demasiado estrecha. Lo único que puedo decir de mi música, de mi lenguaje, es que se sitúa en el panorama de la música escrita. Si hay algún crítico que quiere clasificar mi producción es su problema, no el mío".Vive en una casa de campo en las afueras de Bruselas y se declara "hombre no apto para la ciudad", lo que no impide que su música encandile al arquetipo de hombre urbano. Mertens se encuentra persuadido de que el público español es particularmente receptivo a su música. Desde su primera actuación en España, en febrero de 1986, todos sus conciertos han entusiasmado al auditorio.

En Sevilla, donde actuó el pasado día 3, el concierto hubo de prorrogarse durante más de media hora ante la insistencia de los bravos de un público que se resistía a abandonar sus butacas. "Siempre he encontrado una actitud muy abierta aquí en España hacia mi música. Quizá la explicación sea que cuando estudié guitarra en el conservatorio toqué mucho repertorio español, por lo que no puedo negar que mis obras están impregnadas de música española".

Durante 10 interminables años estudió guitarra y piano en el conservatorio "desde los ocho hasta los 18 años, sin descanso, todas las semanas, varias horas cada día". A los 18 años le suspendieron en un examen de guitarra por interpretar un pasaje con una digitación que el sesudo tribunal consideró como errónea. Aquel incidente propició su abandono de los estudios oficiales. "Mi impresión de los conservatorios en general es muy negativa. Los conservatorios están muy lejos de lo que yo entiendo por expresión musical. Para mí, todos los elementos técnicos están en un segundo plano, lo único que cuenta es la expresión musical. En los conservatorios, la atención por la técnica hace que la música se convierta en algo demasiado elevado, demasiado especializado, probablemente demasiado artificioso".

Música espontánea

Para Mertens, que asegura que desde entonces no ha estudiado piano "ni un minuto en total", los conservatorios terminan completamente con la tradición de la expresión natural de la música. "A mí la música me parece y me llega de una manera muy espontánea. La situación actual exige una manera diferente de tratar las artes en general. Hay que estar fresco y alerta, pero no es necesario buscar nada, simplemente hacer y encontrar. Ésa es mi actitud". Mertens pretende con su música trazar nuevas imágenes. Para ello trabaja sobre cuatro dimensiones: "Hasta ahora la música se ha escrito en dos dimensiones, la horizontal y la vertical -armonía y melodía-. Yo he demostrado con mis obras que hay otras posibilidades de hacer música". Pese a que la formulación de la música de Mertens es muy detallada, su estructura es bastante clara y sencilla. "De ahí que mis conciertos sean más apreciados por el público normal que por los músicos".

Guarda un recuerdo muy negativo de la colaboración que sostuvo con su compatriota Jan Fabre -el enfant terrible del teatro europeo- en The power of theatrical madness. Mertens considera al mundo de Fabre completamente diferente al suyo. Tampoco está satisfecho del trabajo que realizó para el filme El vientre de un arquitecto, de Peter Greenaway. "La música es un lenguaje único, por lo que verdaderamente prefiero trabajar solo, ya que busco una expresión total".

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