_
_
_
_

El fin del voto secreto en el Parlamento amenaza con derribar al Gobierno italiano

Juan Arias

La abolición del voto secreto en el Parlamento italiano se ha hecho incandescente y amenaza con hacer caer el Gobierno y hasta con la disolución anticipada de las cámaras. La situación es tan grave, que ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo, incluso sobre él modo de votar, no fue posible zanjar la cuestión la semana pasada, como estaba previsto, aplazándose todo a la semana que viene.

Mientras tanto, los secretarios del Partido Socialista, Bettino Craxi, y del Partido Comunista, Achille Occhetto, duramente enfrentados, han subido uno detrás de otro las escaleras del Quirinal para protestar ante el jefe del Estado, Francesco Cossiga.El problema de fondo es doble. Primero, Craxi ha hecho de este voto un problema de principio: o desaparece el voto secreto del Parlamento o se derrumban Gobierno y legislatura. Pero hay más. Craxi quiere que se vote sólo la propuesta que había sido previamente aprobada por la mayoría del actual Gobierno para que, de este modo, en la supresión del voto secreto -primer acto de la gran reforma institucional- no participen los comunistas.

Al revés, los comunistas piensan que eso es un abuso de poder del Gobierno, ya que la abolición del voto secreto es un problema no del Gobierno, sino del Parlamento y que, por tanto, en la discusión y en la decisión deben tomar parte todas las fuerzas vivas del Parlamento.

La Democracia Cristiana está dividida. Su izquierda está de acuerdo en que no se pueden empezar las reformas institucionales contra los comunistas o dejándoles fuera del debate. De ahí el que estén dispuestos a aceptar que la desaparición del voto secreto fuera menos drástica, ensanchando el abanico de los casos en que aún quedaría secreto, como, por ejemplo, para la reforma de la ley electoral, con tal de que también los comunistas pudieran asociarse al voto.

Por su parte, el secretario general de los comunistas, Achille Occhetto, ha denunciado al jefe del Estado lo que ha llamado "intimidación" del partido socialista a los diputados, amenanzando con disolver el Parlamento, cosa que además, ha dicho Occhetto, es sólo una prerrogativa del presidente de la República y que nadie puede arrogarse.

Otro problema de fondo es que, sobre todo en la Democracia Cristisna -pero un poco en todos los partidos, los llamados peones, es decir, los que tienen menor influencia en los partidos-, que ha podido hasta ahora ejercer su oposición sólo en el secreto de la urna ante el miedo de posibles venganzas, no ven con buenos ojos que el voto secreto quede abolido.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_